37.- Huye Chrollo

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— ¡Chrollo! ¡brinda con nosotros! — invitó uno de los miembros del clan acercándole un vaso pequeño.

Los padres de Chrollo habían llevado un presente que la tribu desconocía, algunas botellas de vino conservados de las uvas cosechadas en la granja. Era lo mejor que podían ofrecerles.

— En un momento — pidió pacientemente el jóven — Iré a buscar a Pariston — le dijo a sus padres, ya que notó su ausencia muy pronto y apenas había logrado separarse de la multitud.

Más tarde agradecería no haberse quedado al brindis.

Todas las bebidas tenían veneno.

Tardó unos minutos en hacer efecto pero cumplió su cometido.

Mientras Chrollo buscaba a Pariston en el bosque, uno a uno iban muriendo en silencio todos los miembros del clan, incluyendo a sus padres que habían tomado en aquella posada.

El repentino silencio lo alarmó y regresó corriendo a la casa, para cuando entró, todos estaban muertos.

Pariston entró detrás de Chrollo con una expresión de horror en el rostro, alterándolo todavía más con la acusación que le hacía.

— ¿Qué hiciste, Chrollo?

— ¡Pariston! te juro que no...

— Los mataste... los mataste a todos. Yo confié en ti...

— ¡No hice esto! ¡no soy el culpable!

— Sí lo eres, tu trajiste esas bebidas.

— No... no... — negó flaqueando las piernas, sus padres no serían capaces de envenenar a nadie y mucho menos de beber sabiendo aquello.

— Tranquilo,yo soy el único testigo, no diré nada, confía en mi, vámonos de aquí, nadie te conoce, ni a mi, ¡vayamonos lejos, lejos!

— Maté a mis padres... — murmuró completamente desesperado, en shock, incapaz de pensar en nada — dios... ¡¿qué he hecho?!

— ¡Estoy aquí! ¡estoy contigo, amigo! — Pariston lo abrazó y palmeó su espalda — si no hay sobrevivientes nadie puede culparte ¡VÁMONOS!

La casa se incendió en llamas cuando ya se habían alejado.

Al estar en lo profundo del bosque, los bomberos y autoridades tardaron en llegar.

No lograron reconocer a ningún cuerpo dentro de la casa. Todo estaba hecho cenizas cuando llegaron con horas de retraso.

Los forenses hallaron el cuerpo de un niño dentro de un pozo profundo después de algunos días, en estado de putrefacción, pero lograron reconocer su vestimenta. Era un miembro del clan Kurta.

Así fue como se dió la trágica noticia de que dicho clan había fallecido en un horrible accidente, y por las heridas que presentaba el cuerpo del pequeño, comenzó una investigación para encontrar al asesino, al cuál se le atribuía la posible masacre del resto.

Por varios años, el atormentado jóven trató de superar lo ocurrido, tenía pesadillas recurrentes y le costaba trabajo adaptarse a la sociedad.

Comenzó a escribir intentando desahogar su tormentosa mente y al publicar su primer libro logró cierta satisfacción, fué un éxito juvenil que creció con el tiempo y el pasado dejó de atormentarlo. Por lo menos, así lo creyó, hasta que recibió esa notificación.

Kurta.1 te ha marcado como preferencia.

Cuando vió que ese usuario le había enviado una preferencia, creyó que era una coincidencia, revivió sus traumas en un instante, había estado escapando de aquellas memorias desde hace años.

— Kurta — pensó la primera vez que leyó el nick — de todos los nombres de usuario que existen, tienes que usar el apellido de ese clan, tan sólo falta que sea un agente infiltrado siguiéndome el rastro, estoy volviendome un paranoico.

Al principio pensó que usaba ese nombre de usuario en conmemoración al clan extinto.

Pero cuando supo que ese era su apellido real y que además era huérfano, sintió mucho dolor, mucha lástima, quería pedirle perdón, pero también tenía miedo, porque le agradaba mucho.

No podía creer que estaba hablando con el último Kurta, el único sobreviviente.

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