20.- Vicepresidente

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Kurapika se sentó bajo un árbol en el parque que estaba más cerca de la casa y se deshizo en llanto, no sólo por el comentario de Killua, sino por todo lo que había acumulado en su corazón desde la muerte de sus padres y demás familiares.

Haberse dejado consumir en el lamento y culpa permanentemente desde ese entonces, abandonando los estudios, el trabajo e incluso las ganas de socializar. Todos esos pensamientos regresaban al mismo tiempo y ya no podía soportar vivir así.

— Tampoco quiero ser una carga... — susurró al terminar de desahogarse en soledad, en esa fría oscuridad nocturna de vientos fuertes.

Regresó tarde, los chicos se habían dormido sin cenar y Leorio se quedaría con su grupo de desvelo, por lo que entró a su habitación y contactó a Neón Nostrade.

— Mmm... ¿quién llama a esta hora? — estiró su mano entre sábanas y contestó bajo las mismas — ¿hola?

— Neón, soy Kurapika, lamento si te desperté.

— ¿Kurapika? ¿estás bien?

— Sí, sólo quería decirte que, acepto el trabajo.

— Oh, ¡genial! te enviaremos una laptop a tu casa.

— No, en realidad me gustaría trabajar directamente en una oficina, ya no quiero estar en casa.

— ¿Y ese cambio?

— Te lo contaré después, por favor, duerme tranquila. — dijo esperando que se despidiera — ¿Neón? — escuchó un ronquido del otro lado de la línea, así que tuvo que colgar. — no tengo opción, no dejaré que otro amigo se vaya.

Quién diría que su primer día de trabajo en Empresas Nostrade le cambiaría bastante la vida.

— ¡Bienvenido Kurapika! — lo recibió puntualmente el padre de Neón a las 7 am en las grandes puertas del edificio — estaba ansioso por tu llegada, entra, por favor.

— Señor Nostrade, es un placer trabajar en su empresa.— se inclinó reverenciando al respetable hombre.

— Para mi es un mayor gusto el tenerte en el equipo — palmeó ligeramente su hombro — ven, te mostraré tu oficina.

Kurapika sentía pena de ser atendido personalmente por el padre de Neón, le parecía extraño y sus sospechas aumentaron cuando llegaron a su destino, en el penúltimo piso del edificio, toda la planta era una sola oficina.

— Aquí es. — dijo orgulloso el exitoso empresario.

— Eh, esta no parece la oficina de un empleado cualquiera. — comentó buscando algún espacio pequeño y distante de aquél enorme escritorio de cristal rodeado de hermosos ventanales y archiveros perfectamente organizados, decorado con plantas y figuras de alto valor.

— Porque no eres un empleado cualquiera — sonrió Nostrade acercándose al escritorio para abrir una carpeta con los documentos que Kurapika envío por correo — conozco tu capacidad desde hace años gracias al apoyo que le diste a Neón en el colegio y leí tu currículum, dado tu increíble talento, lo decidí desde que supe que aceptaste venir a la empresa, vas a ser mi mano derecha.

— ¿Qué? — se quedó incrédulo — ¿entonces esta es la presidencia?

— No, esta es tu oficina como segundo al mando de ahora en adelante, si lo aceptas — mostró el contrato de gran importancia que preparó exclusivamente para él — joven vicepresidente Kurta.

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