— ¿Porqué estás aquí? ¿sabes qué hora es? — Chrollo abrió la puerta de mala gana al ver a Pariston del otro lado.
Unos momentos más tarde realmente lamentó haberlo dejado entrar.
— No firmaré. — negó el azabache cruzándose de brazos con una expresión muy molesta.
— ¿Qué dices? — Pariston arqueó una ceja, era la primera vez que Chrollo se negaba a aceptar una de sus propuestas con tanta imponencia.
— No quiero que otra empresa me patrocine, reanuda nuestro contrato con los Nostrade. — su enojo no era para menos, el escritor estaba siendo casi obligado a deshacer permanentemente su contrato.
— ¿Porqué tanto interés en esa empresa? — indagó Pariston usando un tono particularmente tétrico, dando pasos por la habitación hasta llegar al escritorio personal dónde había todavía una carta privada a medias — ¿acaso te llamaron para amenazarte? — tomó la carta tras leer de reojo un pequeño fragmento — ¿o... seducirte?
— Cuidado con las palabras que utilizas. — se ofendió Chrollo al verse descubierto su pasatiempo.
— Cuidado con las personas que te relacionas.
— Muy tarde, ya me relacioné contigo.
— ¡Por favor, Chrollo! ¡¿y todo lo que hago por ti no es nada?! — Pariston subió el tono, aquello iba en serio.
— Estás siendo demasiado injusto, tenemos que hablar de esto, sé directo conmigo ¿porqué quieres aislarme del mundo? ni siquiera tengo acceso a las noticias y eso ya es mucho decir.
— Me preocupa tu salud mental, si leyeras los comentarios que hacen algunas personas malintencionadas sobre tí, terminarias en terapia. ¿Crees que no recuerdo lo mal que estabas hace unos años?
— No tiene nada que ver con lo que estás haciendo. — reclamó intentando quitarle la carta de las manos.
— Vaya, — agitó la hoja tras su espalda — ¡¿entonces ya no te importa la memoria de tus difuntos padres y quieres terminar igual que ellos por culpa de un romance de internet?!
— Te advertí que no volvieras a mencionar ese tema. — Chrollo le tomó del cuello de la camisa, a un paso de salirse de control.
— No me dejaste otra opción. — respondió Pariston sin temor alguno — Tienes que abrir los ojos.
Chrollo sabía por dónde iba el asunto y cuáles serían las consecuencias si hacía lo que planeaba en ese instante, esperó unos segundos y soltó al hombre dorado.
— Claro, tienes razón.
— Por fin refrescarte la memoria sirve de algo, — sonrió satisfecho regresándole la carta, creyendo que había ganado nuevamente — ahora, con respecto a la película...
— Estás despedido.
El silencio conmemoró su trono en la habitación durante unos segundos, Pariston parecía haberse congelado, su sonrisa desapareció de golpe y miró a Chrollo con una expresión vacía que denotaba el peor de los escenarios aproximándose.
— ¿Perdón? — preguntó dándole la oportunidad de cambiar sus palabras, pero en cambio, lo refutó con fuerza y autoridad.
— ¿Eres sordo? — le entregó la carpeta con el contrato nuevo que intentaba hacerle firmar — toma tus cosas y lárgate, se acabó.
Esa larga sonrisa que representaba la falsedad del brillante manager no existía más, la guerra fría estalló.
— ¿Crees que te puedes deshacer de mi tan fácil? me debes la vida, ¡LITERALMENTE! ¡por mí es que llegaste a dónde estás! ¡por mi eres un ídolo de la escritura! ¿y piensas que puedes echarme así nada más?
— Sí, prefiero mi libertad antes que tu comodidad.
— ¿Libertad? JAJAJAJAJAJAJAJA — río como todo un psicópata — Chrollo, amigo, de hecho, siempre habías tenido libertad.
— No te entiendo pero tampoco me interesa. Vete de una vez o llamaré a seguridad.
— Bueno, que te conste, tú así lo quisiste. — sentenció dirigiendose a la puerta para salir, no sin antes, dejar clara su jugada — Te visitaré cuando estés tras las rejas, asesino.
Abandonó el edificio dejando al escritor a solas, guardando la carta en un cajón, su plan funcionó, todo sería un desastre.
— Igual ya me lo temía. — dirigió su mirada a un espejo ovalado colgado en la pared, despreciando su propia imagen — después de todo, lo amabas antes que yo.
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ABOOK
FanfictionKurapika instaló una aplicación para lectores con tal de evitar las redes sociales, sin embargo, entre los grupos de su autor favorito conocerá un peculiar usuario que lo hará desear salir de casa nuevamente. Ninguna restricción le impedirá que se...