Pesadilla

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El caliente e insoportable aliento a alcohol barato sobre su cuello, los dientes mordiendo su piel tras hacer un par de chupetones que con el paso de los minutos se volverían violetas. Las grandes y pesadas manos sujetando las suyas impidiendo que se moviera demasiado.

Estaba mareado, las luces en el techo se duplicaban y volvían a ser una con cada parpadeo. Sus piernas no respondían como quería; realmente frustrado intentó gritar pero sólo consiguió emitir un quejido que fue opacado por la risa socarrona que el contrario dejó salir cuando se dió cuenta que Jimin intentaba pedir ayuda.

—A las zorras como tú hay que darles lecciones como esta para que aprendan su lugar en el mundo.— La voz del hombre hizo eco al verse atrapada entre las cuarto paredes de azulejos sucios y estrellados del baño de aquel bar, resonando una y otra vez en los oídos de Jimin hasta almacenarlo en su cerebro como una grabación que se repetiría incansablemente atormentando cada segundo de su vida.

—D-Déjame... —Intentó con la poca fuerza que pudo reunir.

—Mal, Jiminnie. Mal. —Fue inútil, aquel cuerpo era por mucho más grande y pesado que el suyo. Y quizá fue el apodo saliendo de sus labios, quizá fue el sonido de la parte metálica de su cinturón chocando contra el suelo tras haber sido desabrochado o quizá la sucia sensación en sus costillas después de que su playera fue alzada, no importó qué en realidad, supo que inlcuso el más insignificante detalle de aquel encuentro forzado le perseguiría y jamás le dejaría volver a su rutina habitual.

El tiempo se detuvo cuando entró en él. Sin preparación alguna, sin ayuda de ningún lubricante que hiciese más sencilla la tarea de recibirle. Todo su cuerpo enviando señales de dolor, de repulsión, una arcada subió por su garganta cuando el pre semen hizo contacto con uno de sus muslos. Su vista se comenzó a nublar y por cómo su cuerpo dejó de siquiera intentarlo aún cuando el ardor en sus genitales sólo incrementó con cada embestida, supo que estaba a punto de perder la conciencia. Sintió un golpe a mano abierta sobre su propio miembro que reposaba flácido sobre su vientre y aquello fue acompañado por una maldición de parte de su contrario cuando lo único que obtuvo como repuesta fue otro casi inaudible quejido salir de la boca de Jimin.

Su cuerpo laxo se sacudió de un lado a otro, su cabeza dolió. Quería gritar pero era tan frustrante no lograr pronunciar palabra alguna.

—S-Suéltame... —Intentó una vez más esperando conseguir algo, lo que fuese con tal de terminar con todo aquello. Con suerte sentiría lástima por él y le dejaría en paz, se aburriría y saldría de él rápidamente para dejarle botado. Sí, Jimin deseaba que fuese el caso cuanto más antes posible. —Por favor... —Rogó, usando sus manos para evitar que el peso del cuerpo contrario le robara el poco aire que sus pulmones apenas conseguían filtrar.

Su cuerpo se sacudió otra vez, una más y otra más hasta que cedió en dejar a sus instintos actuar después de que estos insistieron en empujar lejos. Fue ahí cuando sus ojos se abrieron y sus labios se separaron intentando inhalar desesperadamente de una sola bocanada.

Había despertado.

Los discretos rayos del sol que apenas se asomaba en tonos naranjas y entraban por los grandes ventanales de la sala fueron deslumbrantes e incómodos para sus pequeños ojos hinchados, cegándole durante los instantes en los que se obligó a parpadear para acostumbrarse.

La noche fue agotadora, más que el día anterior, su cuerpo hormigueaba y su cabeza dolía tanto como si hubiese dormido escasos minutos. Tal vez fue mala idea no regresar a la cama después de todo.

—¿Estás bien? —Preguntó Yoongi, quién supuso Jimin, se había encargado de traerle de vuelta.

Desorientado asintió aunque el mundo aún giraba demasiado rápido para su gusto.

Ex Novio 🌼 YM Donde viven las historias. Descúbrelo ahora