Deseo

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Yoongi colocó una toalla sobre sus cabellos y la sacudió con su mano libre sólo un poco para intentar secarlos aunque supo no lo conseguiría. Echándole un vistazo a la mirada cabizbaja del rubio torció los labios y desocupó sus manos al dejar la taza con leche caliente sobre la mesa de madera oscura y al alejarse de Jimin hasta sentarse en la silla frente a él.

—Bebe, te hará bien. —Usó inconscientemente ese tono sobreprotector que además estaba cargado de reproche.

—No tenías que molestarte. —Contestó Jimin en un susurro que lejos de encontrarse débil más bien se escuchaba agotado y de mal humor. Ambos conocían esa expresión del menor, una ligera advertencia sobre no hacer preguntas que pudieran hacer explotar su temperamento.

La situación se podía malinterpretar y Jimin sospechaba que las acusaciones silenciosas que Yoongi le hacía llegar con sus miradas estaban yendo en la dirección errónea pero pensar en desmentirlo le hacía sentir cansado. No había mucho que explicar, finalmente se había quedado dormido en la bañera después de tanto llorar y su cuerpo se destensó lo suficiente para comenzar a resbalarse por el fino mármol de la cerámica. Abrió los ojos antes de dejar que el agua entrase por su nariz, por supuesto, pero junto a ellos la puerta también se abrió dejando ver el rostro preocupado y dos tonos más pálido de su ex novio.

Después de que Yoongi le explicara cómo había terminado dentro de su departamento, las mil llamadas perdidas y mensajes de texto sin responder que atacaron su teléfono apenas le quitó el modo avión tomaron sentido sin creer que había olvidado por completo quedar con Yoongi para comer el pastel que tenían pendiente.

Jimin no acostumbraba a cerrar con pestillo la puerta de su piso, quizá era muy confiado o quizá no le importaba realmente si algo sucedía. Pero definitivamente lo reconsideraría si eso implicaba que alguien pudiese entrar y encontrarlo en una escena tan bochornosa como lo era un intento fallido de suicidio que si bien no era el contexto real si le hacía sentir ligeramente avergonzado.

—No es lo que parece... —Murmuró sin ganas, sintiendo aún el cuerpo frío víctima del descender de la temperatura del agua con el pasar de las horas.

Dió un vistazo a la taza humeante e hizo un gesto de asco cuando notó que se le había formado ya la capa de nata a la leche pero no se atrevió a decir nada cuando sus ojos se cruzaron con la extraña combinación de enojo y preocupación en la mirada del pelinegro que le suplicaba beber el líquido antes de hablar. Jimin sabía que Yoongi le había preparado aquello con la intención de hacerle recuperar el calor y así dejase de temblar apesar de llevar encima dos suéteres.

Las tardes comenzaban a ser especialmente crueles en Seúl, los noticieros anunciaban fuertes vientos y con el poner del sol se volvían helados. Jimin retuvo las ganas de estornudar para no agregar un posible resfriado a la lista de preocupaciones por las que debía hacerse cargo.

Resignado y sin mucho entusiasmo se llevó la taza a los labios y después de dar un sorbo cuidando de no quemarse pudo escuchar un suspiro aliviado proveniente de su contrario. Se permitió sonreír tímido detrás de la cerámica haciéndola pasar desapercibida.

No iba a negar que se sentía mucho más procurado desde que Yoongi se estaba volviendo cercano otra vez, sabía que debía sentirse culpable pero no lograba filtrar el sentimiento cuando su corazón latía tranquilo al recibir los cuidados del mayor, aunque si le molestaba ligeramente que todos sus encuentros se volvían un constante rescate a su persona. Se preguntó si podrían compartir un buen momento lleno de risas y platicas amenas como solían hacerlo años atrás.

—¿No tendría que haber pastel acompañando esto? —Jimin señaló su taza calentando sus manos sin tocar la mesa en un intento por cortar el tenso ambiente que les envolvía.

—Está en la nevera. —Dijo Yoongi después de suspirar. Ciertamente el día había sido agotador pues no sólo había tenido que lidiar con Hoseok sino también con un interrogatorio por parte de su molesta novia en el cuál se le exigía saber la razón por la que no cenarían juntos esa noche, para así coronar la tarde con el rubio padeciendo principios de hipotermia desnudo en su bañera.

Se puso de pie después de aquello con el sigiloso Curry siguiéndole por detrás meneando el rabo contento por la presencia del pelinegro, dirigiéndose a la pequeña cocina de Jimin para sacar la caja que resguardaba el pastel, regresando segundos después con dos platos pequeños, cucharas y un cuchillo. Detalle que no paso desapercibido por Jimin pues el mayor ni siquiera preguntó dónde los guardaba, pero le restó importancia de cualquier manera.

—Traje velas ¿quieres apagarlas o es muy vergonzoso?

Yoongi sacó el pastel de la caja con cuidado, colocándolo al centro de la mesa. Era un bonito pastel de fresas y crema con una placa de chocolate amargo en el que el nombre de Jimin podía leerse en dorado.

—No tengo deseos que pedir este año, Hyung, pero el pastel es bonito y luce delicioso, muchas gracias. —Jimin le sonrió sincero sin poder despegar la vista del postre.

Cuando envió el mensaje de texto diciéndole a Yoongi que le debía un pastel no esperaba que realmente el mayor se ofreciera a comprarle uno y festejar su cumpleaños con unos cuantos días de retraso. La mirada suavizada de Yoongi después de ver el brillo en sus ojos embelesados por el detalle le hicieron sentir a su corazón mayor calidez que la que le estaba proporcionando la leche ahora tibia.

—De todas formas las pondré, será mi venganza por haberme asustado. Pide lo que sea, un auto quizá, para que puedas dejar de llamarme como taxi. —Dijo Yoongi con una diminuta sonrisa queriendo adueñarse de sus labios por la broma. Estaba cediendo.

Jimin sólo negó permitiéndose reír y ser consentido cuando el pelinegro sacó el encendedor e iluminó las pequeñas tres velas en forma de estrella que había colocado en una esquina del pastel.

—Feliz cumpleaños, Jimin-ah. —Fue gentil, suave. Con delicadeza retiró la toalla de los cabellos de Jimin para dejar una caricia en ellos y después dejarle apagar las velas antes de que comenzaran a dejar cera en la cubierta.

Jimin cerró los ojos sin poder contener la sonrisa que extendía sus labios. De pronto cualquier preocupación pareció desaparecer, cualquier sentimiento negativo fue obligado a marcharse, era su momento y no permitiría que nada pudiese perturbar la chispeante emoción que golpeaba su pecho con euforia, inhaló profundo, llenando sus pulmones de oxígeno y reteniéndolo lo suficiente para formular correctamente el único deseo que anhelaba se volviese realidad, entonces sopló.

🐱🐣

Holi.
Cortito pero con amor.

Ex Novio 🌼 YM Donde viven las historias. Descúbrelo ahora