Giró sobre su costado quizá por décima vez, la espalda le calaba contra el colchón e intentar dormir boca abajo siempre repercutía de forma poco amigable en su hombro izquierdo. Resopló frustrado, malhumorado. Se encontraba lo suficientemente cansado y agotado para que le resultara imposible sucumbir a la amplía invitación de apagar sus sentidos que su cama le extendida con las sábanas revueltas y las almohadas aplanadas de la última noche que pasó ahí antes del viaje.
Lloriqueó cuando en un último intento de forzarse a dormir dejó reposar todo su peso sobre su costado izquierdo y la lesión de años atrás punzó como una grotesca advertencia de lo que su berrinche podría propiciar. Pateó las sábanas que se amontonaban sobre sus pies y con un gruñido que se asimiló más a un grito de furia fue que su espalda se enderezó tan rápido como si un resorte le hubiese impulsado.
Tanteó la cama hasta dar con su teléfono para después bajar el brillo de la pantalla lo necesario para no quemar sus retinas adormecidas y con un extraño nudo en el estómago revisó las pocas notificaciones que se acumularon en el transcurso de las dos horas que intentó con todas sus fuerzas conciliar el sueño. No sabía, en realidad, si encontrarse nervioso o ligeramente asustado o aliviado cuando ninguna llamada ni mensaje provenientes de algún número desconocido aparecieron, esperaba recibir noticias de Curry en cualquier momento y aunque sabía que exigir que le atendieran y estuvieran al pendiente de él durante el transcurso de la noche era demasiado, la angustia que se amoldaba a profundidad en su pecho –junto a las diecisiete temporadas de Grey’s Anatomy que miró en Netflix –le recordaban que la primera noche siempre era crucial.
Se talló el rostro al mismo tiempo que dejaba salir un suspiro que no sabía que retenía hasta que sus pulmones le informaron del poco aire que estaba llegando a su sistema. Miró la hora mordiendo sus labios y aunque también cierta preocupación llegó al no tener mensaje alguno de Jimin en la bandeja de Kakao, quiso convencerse de que éste se encontraba durmiendo profundamente después del tornado que arrasó con las pocas sonrisas que había logrado colocar en su rostro durante las últimas setenta y dos horas.
Yoongi no quería admitirlo en voz alta, ni siquiera atreverse a pensarlo, pero muy en el fondo, donde las verdades se escondían en las sombras, sabía que la razón de su incomodidad nocturna se debía a que su cerebro le daba vueltas al asunto sin descanso alguno, buscando desesperadamente una respuesta y al mismo tiempo algo que pudiese animar y hacer sentir mejor a Jimin. Quizá se estaba tomando demasiada atribución y cruzando la línea imaginaria que había pintado para prohibirse a sí mismo acercarse demasiado al menor pero era imposible ignorar el golpeteo agresivo de su corazón suplicándole que idease algo que pudiera cambiar la expresión sombría que Jimin había mantenido escondida tras el rostro gacho, mismo que se negó a levantar desde que salieron del veterinario.
Miró la hora una vez más incluso si esta sólo pintó un par de números aleatorios en la pantalla pues su mente se encontraba lo suficientemente concentrada en otra cosa como para memorizarla. Salió de la cama sabiendo que era de madrugada, a tan sólo poco tiempo de un posible amanecer, sus pies descalzos siendo abrazados por la fría bienvenida de la madera que adornaba su piso y pese a que ese detalle le habría regresado a la calidez de su cama en otra situación, Yoongi siguió adelante hasta dar con el interruptor de la habitación y así encender las luces. No importó que el fin de semana hubiese llegado a su final, tampoco la posible carga de trabajo que se acumularía en su escritorio después de ignorar que el lunes estuviera a punto de comenzar.
Hacía un tiempo que no tocaba lo único que no le pertenecía en ese departamento y de no ser porque lo guardó en el lugar más oscuro y profundo del clóset –donde sabía no podría lastimarle– tal vez con el paso de los años él también lo habría olvidado. Cuando Jimin se marchó, algunas cosas quedaron latentes. No sólo era el recuerdo diario ni los sueños frustrados ni las promesas rotas, también había quedado regada su esencia en todo rincón al que se le ocurriera mirar, fotografías, notas, ropa, la última cajetilla de cigarros que compartieron. Incluso hurgando un poco había encontrado en el cesto de ropa sucia el suéter amarillo que era su favorito en aquel entonces. Yoongi guardó todo lo que pudo, todo lo que le recordaba a él y lo encerró en esa caja de cartón que después encintó y escondió esperando el momento en el que su corazón estuviese listo para dejarle ir. Al principio, cegado por la ira y por lo roto que se sentía creyó que la solución vendría con lanzar esa caja por la ventana, tal vez quemarla e incluso botarla a la basura pero cada que lo intentaba él... No era lo correcto. Había cosas importantes ahí, cosas que sabía que Jimin adoraba y que si se habían quedado ahí quizá se debía a que necesitaban de un lugar donde fuesen cuidadas para no extraviarse, para no borrarse.
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Ex Novio 🌼 YM
Fiksi Penggemar-Yo creo que has cambiado mucho desde entonces. -La única diferencia notoria es que perdí algo de peso. -Yoongi se percató al instante que Jimin intentaba descaradamente dirigir la charla a otro punto donde no fuese dejado en evidencia, y pese a su...