Busan 3

232 40 5
                                    

Con lo mucho que a ambos les gustaba permanecer en la cama sin la responsabilidad de levantarse golpeándoles la nuca, conseguir que alguno de los dos tuviese la iniciativa de comenzar el día incluso si el reloj ya marcaba más de las once fue todo un reto.

El primero en poner un pie fuera de la cama fue Yoongi cuando tuvo que salir del calor de las sábanas a regañadientes debido a su molesta vejiga que no pudo aguantar un poco más, pero tan pronto como terminó de realizar sus necesidades fisiológicas se encontró de vuelta al lado de Jimin, quien aún dormitaba con la cabeza enterrada en una de las -muy suaves, en realidad- almohadas.

En su juventud, los padres de Yoongi llegaron a regañarles -sí, a ambos- por pasar la mayor parte de sus citas en casa. Había tantas actividades qué hacer en pareja que no les expusiera a la discriminación social y tantas cosas qué ver en la ciudad que les parecía absurdo que ninguno de los dos adolescentes se interesara por salir y en cambio desperdiciaran los días tan valiosos encerrados en la habitación de Yoongi o en el departamento de Jimin, viendo una película, durmiendo, follando.

La cosa es que en realidad ese plan era perfecto para ambos y lo continuó siendo durante todos los años que estuvieron juntos. Sus amigos solían burlarse diciendo que incluso una pareja de ancianos tenía más actividad social que ellos, Jimin y Yoongi creían que era envidia.

Envidia porque no con cualquier persona podías tomar una siesta, no con cualquier persona podías simplemente hacer nada más que compartir un espacio. No con cualquier persona podías establecer la conexión que ellos dos tenían.

"Par de flojos." Los llamó la señora Min en algún punto haciéndoles reír y el señor Min salió a defenderlos -o eso pareció- con un "el roto para el descosido."

Y tal parecía que los días de no hacer nada más que existir junto al otro estaban volviendo, eso emocionó a Yoongi. No podía esperar para seguir haciendo nada con Jimin.

Lastimosamente el hambre terminó por hacerle abrir los ojos tras un rato de intentar dormir otra vez. El hotel era bonito y un poco económico para lo precipitada que fue su reservación, sin embargo no contaba con restaurante propio y Yoongi estaba más hambriento que lo que un café y un pan tostado, que eran lo que ofrecían en el lobby, podrían satisfacer.

—Jiminnie. —Llamó en un susurro al tiempo que sus manos volvieron a colarse bajo la camisa del menor hasta llegar a su vientre calientito. Debió hacerle cosquillas pues se removió intentando escapar de lo que fuera que quisiera sacarlo del mundo de los sueños, él aún podía ignorar a su estómago un poco más. —Vamos cariño, despierta.

—No quiero... —Murmuró el castaño y levantó las cobijas para cubrirse hasta la cabeza con ellas.

Yoongi lo tomó como un reto entonces.

Las cosquillas comenzaron en los talones del menor quien pataleó quejándose algo sobre dejarlo en paz. Cuando creyó que se había rendido un resoplido malhumorado salió de sus labios para dejar en claro su posición acerca de abrir los ojos ese día pero apenas duró poco la satisfacción de acurrucarse nuevamente pues un gritito de sorpresa se le escapó de la garganta cuando el peso del pelinegro cubrió todo su cuerpo sin darle opción de escabullirse.

Jimin comenzó a intentar empujarlo, ciertamente Yoongi debía estar levantando pesas pues le costó bastante trabajo si quiera conseguir hacerle retroceder un poco. No fue hasta que Jimin sacó la cabeza de entre las cobijas que Yoongi dejó de ejercer la fuerza empleada.

El gimoteo frustrado junto al puchero en sus labios pomposos no tardó en aparecer, e iba a quejarse, tenía las palabras en la punta de la lengua junto a un berrinche que estaba dispuesto a hacer con tal de conseguir una disculpa. O al menos ese era su plan hasta que los labios de Yoongi se acercaron a los suyos y con un suave pico se dieron los buenos días.

Ex Novio 🌼 YM Donde viven las historias. Descúbrelo ahora