Cheerleader

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Las manos de Yoongi temblaban y ciertamente podía escuchar su propia respiración haciendo eco en sus oídos. Estaba agitado, tanto como si hubiera corrido un maratón pese a que apenas había movido su cuerpo. Sentía las piernas entumidas, las articulaciones tensas y aunque lo intentó muchas veces antes de lograrlo, soltar el volante de su auto le costó más tiempo y esfuerzo del necesario.

Ahora se encontraba de pie frente a ella, sintiendo que el frío de la noche le congelaba la nariz. Quizá no era lo mejor tener aquella conversación en el estacionamiento del complejo de departamentos donde vivía pero tampoco tenía ganas de llevarla hasta su piso y que después le resultara difícil sacarla de ahí.

No quería crear un alboroto, Yoongi creía que era algo que ambos suponían que pasaría en cualquier momento. Su relación había sido casi incómoda desde el principio, pocas veces Yoongi sentía la iniciativa por besarla o abrazarla, y tan pronto como ella entrelazaba sus manos el pelinegro tenía la necesidad de apartar las suyas.

No había nada más que hacer. Se esforzó e incluso se forzó a sentirlo en algún momento agobiado por su propio auto castigo. Yoongi pensaba más de lo que sentía todo el tiempo cuando se trataba de Suran.

No era algo personal, ella no tenía nada de malo. Era guapa, muy lista. Su voz era bonita y su sonrisa era confiada. Pero la ecuación fallaba cuando intentaba ponerse a sí mismo ahí, no eran compatibles en lo absoluto. No como pareja.

En verdad creyó que había dado un paso adelante cuando sus labios se encontraron por primera vez. Creyó que podría llegar a amarla si se lo proponía. Quería intentarlo, quería darle una oportunidad. Pero ahora se encontraba agotado de pretenderlo, de tener que poner el triple de esfuerzo para tener contacto con ella, para entablar una conversación de rutina. Para verse después del trabajo, para dedicarle su tiempo libre, para conseguir una erección cada vez que Suran quería intimar.

Quizá siempre estuvo la advertencia presente. Quizá Yoongi debió hacer caso a todas las banderas rojas que se alzaban cada que la distancia se acortaba entre sus cuerpos. Entonces la tenía revoloteando a su alrededor, invadiendo su espacio, su trabajo, su hogar, su cama, su vida. Yoongi, a quien tanto le agobiaban las personas se había comprometido a dejarle pasar siempre que ella quisiera como parte de un experimento de mal gusto para saber qué tan lejos estaba dispuesto a llegar con tal de convencerse de que su corazón había sanado aunque fuese sólo un poco.

Sin embargo, y lo entendió tarde, no tenía relación alguna su falta de interés romántico con los fantasmas del pasado que de hecho ya no le atormentaban como lo hicieron cuando recién Jimin se marchó.

La llegada del rubio por supuesto que significó algo. Marcó un antes, un después, un final y un nuevo comienzo. Yoongi se enamoró por segunda vez de él. De sus nuevas manías al hablar, de su forma de chasquear la lengua cuando se sentía acorralado con algún tema, de su forma de mirar los lugares como si temiese perderse de algún detalle e incluso de la forma en la que ahora se peinaba. Ni siquiera se atrevería a negar algo tan obvio, lo gritaría a los cuatro vientos si pudiera. Y estaba harto de tener que reprimir lo bonito que se sentía cada que Jimin lo llamaba "Hyung", de tener que ahuyentar las mariposas en su estómago cada que el otro le llamaba por teléfono sólo para preguntar cómo estuvo su día.

Yoongi aprendió dos cosas muy importantes de todo aquello. La primera: no podía manipular sus sentimientos, emociones y circunstancias de acuerdo a lo que mejor le conviniera, no podía simplemente dar la orden y sentir o no algo sólo porque era lo ideal para la situación.

—Ya no quiero que veas a Jimin. —La segunda: la falta de límites podía ocasionar una tormenta en un vaso de agua.

Fue lo primero que dijo Suran después de que largos minutos transcurrieran en silencio. —Soy tu novia, no debería de competir por tu atención cada que él está frente tuyo. —Concluyó tan segura de sí misma como siempre lo estuvo. Inamovible e inquebrantable, lo suficientemente confiada en que conseguiría lo que quería sin ser consiente de que ya había perdido en aquella estúpida guerra de amor.

Ex Novio 🌼 YM Donde viven las historias. Descúbrelo ahora