Capítulo 8

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Leo

Escuchar el sonido de cuando cuelga la llamada me parte aún más el corazón, ahora tengo que rehacer mi vida, teniendo en cuenta que lo más seguro no la vaya a volver a ver.

Bajo el móvil que sigue pegado a mi oreja. Respiro asimilando lo que acaba de pasar, me ha dejado porque ella pensaba que era lo mejor. Agarro fuerte mi teléfono antes de tirarlo contra la pared.

— ¿Qué coño ha pasado?— dice Axel viniendo rápido a mi cuarto.

Ve el teléfono roto en el suelo y me mira a mí.

— Aparte de que te he oído gritar, ¿qué ha pasado para que tu móvil esté en el suelo, con la pantalla rota?

— Me ha dejado y me ha estado mintiendo desde que se fue.

— No entiendo— se agacha a recoger mi móvil y yo me siento en la cama—. Solo se enciende un cuarto de la pantalla— avisa.

— Sabía que se iba a ir desde que llegó a casa, lo sabía desde que se fue.

Axel se sienta a mi lado.

— No sé que os habéis dicho exactamente pero no puedes pagarlo con tu teléfono.

Lo sé, sé que no puedo pagarlo con mi teléfono pero era lo que tenía a mano para lanzar o pegar. 

— No lo entiendo, puede venir, tiene un trabajo y yo le ayudaré en lo que haga falta. 

— Leo, no es una cosa que ella quiera, es cosa de sus padres. 

— Joder, yo la quiero, quiero ayudarla, quiero que esté aquí junto a mí. 

— No puedes hacer nada, ninguno de nosotros, lo único que podemos hacer es comunicarnos con ella a través del teléfono— me lo da.

No dejó de observar las grietas de la pantalla, está bastante roto. 

— Deberías arreglarlo o comprar otro

— No, ni siquiera se va a comunicar, nos avisó Lucía, Sam siempre pone un muro entre las personas que quiere y ella, para no hacerse daño— cojo aire—. No sirve de nada tener el móvil esperando día tras día una llamada o un miserable mensaje suyo para hablar, el muro ya lo está levantando, lleva levantándolo un mes entero.

— Como quieras, tu decides. 

Después de darme un golpe en la espalda con la mano abierta se levanta y sale de mi cuarto cerrando la puerta a su paso. 

Yo no puedo hacer nada, todo lo que le diga no va a servir de nada, se ha ido, se acabó, no hay nada más. Supongo que ambos sabíamos que iba a acabar tarde o temprano y lo más seguro fuera porque ella se iría y eso ha hecho.

***

Estoy tirado en la cama, mirando al techo con la mente en blanco, mentira... eso para mí es imposible, lo único que ocupa mi mente es Sam.
 
Por muy enfadado que esté porque no vuelve, la quiero, no me quiero imaginar lo duro que ha sido para ella, sola, sin poder decirles nada a sus padres. Me hubiera gustado estar a su lado, aunque se que no me lo hubiera permitido.

Igual, si me hubiera llamado antes, desde el día que lo sabía, podríamos haber hecho algo, habríamos encontrado una solución y ahora todo estaría genial y ella volvería, porqué no insistí en que habláramos más, si la hubiera pillado aquí, puede que se hubiera quedado.

Supongo que lo hecho hecho está y nada se puede cambiar. 

¿Y Si Tienen Razón? #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora