Capítulo 37

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Leo

Llevamos ya cuatro meses de grabaciones y aún quedan dos más. Aún seguimos teniendo entrevistas sobre la primera temporada y algunas que no han sido emitidas en directo y las he visto con Sam tirados en su sofá me han hecho ver lo mal que miraba a las chicas que nos entrevistaban. Me daba mucha risa.

Ella decía que no estaba celosa pero en realidad yo creo que los celos la estaban matando por dentro.

— Pequeña, hay que despertarse— la muevo ligeramente del brazo.

Ella me ignora completamente y se da la vuelta hacia el otro lado, como si eso hiciera que yo ya no estuviera ahí.

— Sam, hay que irnos— digo mientras me inclino hacia ella.

Al ver que me sigue ignorando decido empezar a pasarle los dedos por el cuello y eso hace que con un par de pasadas suaves abra los ojos y aparte mi mano rápidamente.

— Ni se te ocurra hacerme cosquillas— me advierte.

— Sino no te ibas a despertar— digo acercándome más a ella.

— Si que me iba a despertar— protesta.

Le doy un pequeño beso en los labios.

— Vamos, va a ser un día largo— digo nada más separarme de ella.

De seguido salgo del cuarto a por algo de desayunar a la cocina y ahí esta Axel.

— Buenos días— dice en cuanto me ve aparecer.

— Hey, ¿qué hay en la nevera? Muero de hambre.

— Pues lo de siempre pero habrá que ir a hacer la compra.

— Hoy es un día un poco complicado— digo mientras saco unos cereales del armario.

— ¿Sam sigue dormida?

— La he despertado, supongo que se esta cambiando.

En ese momento Sam aparece en la cocina.

— ¿De qué hablabais?— pregunta nada más llegar a donde nosotros.

— De que nos estamos quedando sin comida, y a ninguno le apetece ir a hacer la compra.

— Siempre podemos asaltar tu nevera ¿no?— le pregunta Axel a Sam.

— Sí, al fin y al cabo yo os robo la comida.

Sam se pone a mi lado mientras prepara su desayuno.

Muchos días yo me quedo a dormir a su casa ya que así no molestamos a Axel, supongo que para él será un incordio aunque él diga que no.

Pocos días suelen ser los que no dormimos juntos, anoche teníamos otra entrevista y Sam aún no podía venir, así que como hoy nos hemos tenido que levantar a las cinco de la mañana, se ha quedado a dormir con nosotros. Le dejé que viniera aquí tras las prácticas y cuando llegamos estaba tumbada en el sofá dormida.

— ¿Cuánto tiempo tenemos antes de irnos?— pregunta Sam mientras me abraza.

La miro y de seguido miro mi reloj.

— Una hora más o menos.

Axel nos mira mientras se lleva su taza de café a la boca. Lo miro confuso mientras me río.

— ¿Pasa algo?— pregunto sin apartar mi brazo de los hombros de Sam.

Es tan pequeña que casi no tengo que levantar mi brazo para ponerlo sobre sus hombros.

— Nada, nada, yo me voy ya a prepararme— dice acabándose su café y dejando la taza en la fregadera.

Sam me mira confusa.

— ¿Le pasa algo?— dice en cuanto Axel ya no está en nuestro campo de visión.

— No, que yo sepa.

Me separo de Sam y sigo con mi desayuno.

— ¿Anoche llegastéis muy tarde?— pregunta comiéndose sus cereales.

— Llegamos tarde, tú estabas dormida en el sofá y te llevé al cuarto.

— Ahora entiendo porqué no recuerdo haberme metido en la cama.

Adoro a esta chica.

— Vamos, tenemos que prepararnos, el día va a ser muy largo.

Digo mientras le meto un poco de prisa.

***

Todos estamos en la fugoneta medio dormidos, creo que todos estamos demasiado cansados como para entablar una conversación.

Estoy sentado al lado de Sam y mi brazo rodea sus hombros, si estuviéramos solos me tumbaría apoyando mi cabeza en su regazo para dormir, pero por desgracia estamos todos y no lo puedo hacer.

Ella está con el móvil, mandando mensajes sin parar. Alargó uno de mis brazos y le quitó el teléfono.

— Oye— se queja— devuelvemelo— dice mientras intenta recuperarlo.

Yo rápidamente lo escondo en un bolsillo de la chaqueta mientras me río de como intenta alcanzarlo.

— Leo, devuelvemelo— dice mientras me pone una carita de cachorrito.

— Lo hago por tu bien— digo acercando mi cara a la suya—. Sé que te mareas y vas a acabar muy mareada si sigues con el teléfono.

— Ni que fueras mi padre.

— No, pero soy tu novio, así que hazme caso y ahora intenta dormir aún tenemos media hora.

— ¿Si te digo que voy a dejar el móvil, me lo devuelves?

Por un momento me lo pienso antes de responder.

— Bueno, si no lo vas a usar hasta que lleguemos sí, pero quiero algo a cambio.

Puedo notar la sonrisa malvada que se ha formado en mi.

— ¡Leo! — me advierte.

— No es lo que estás pensando, aunque sí quieres eso para cuando lleguemos a casa...

Escucho que alguien se mueve. Supongo que la pequeña advertencia de Sam ha despertado a alguien.

— Entonces ¿qué?

Me mira esperando una respuesta de mi parte pero antes de que ninguno pueda decir nada bajo mi brazo hasta su cintura, llevo el otro hasta su cara y la acerco a mí. Poco después pego nuestros labios.

Se que no le gusta mucho los afectos cuando estamos en grupo, aunque sea frente al resto, no lo acabo de comprender, pero por suerte cuando estamos en mi casa no le importa si esta Axel presente. Creo que ya se ha acostumbrado.

El beso es lento y algo apasionado. Cuando se separa puedo ver su rostro teñido de rojo.

— Ugh... ¿No podéis hacer eso cuando estéis solos?— escucho quejarse a Clara.

Veo que Sam agacha la cabeza, yo desvío la mirada hacia Clara.

— Necesitas algo de amor en tu vida Clara.

— No, no lo necesito, no por el momento— responde antes de poner los ojos en blanco.

— Pues entonces no te quejes de lo que hago o dejo de hacer con mi novia— digo intentando ser lo más amable posible.

Clara vuelve a cerrar los ojos y deja de traspasarnos con su mirada.

Puedo ver a Sam mirando al suelo como si intentara evita que Clara la mirara a los ojos.

— ¿Estás bien?— ella asiente, pero no dice nada.

Seguido se pone los cascos y pasamos el resto del camino en silencio.

¿Y Si Tienen Razón? #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora