Capítulo 11

3 1 0
                                    

Sam

Ninguna nos hemos movido ni hemos dicho una palabra. Supongo que todas estamos un poco impactadas de vernos juntas, todas en una misma casa. Cosa que no pasa hace seis años.

Antes de que pueda hablar alguna intervengo yo.

— Adentro, ya— ordeno.
Ellas, alguna con mala cara, me hacen caso y suben una a una las escaleras y van ha el salón.
Soy la última en entrar y cuando llego todas están sentadas en los distintos sofás.

— No sabíamos que habías vuelto— dice Naiara.

— Tampoco me he molestado en salir— digo algo seria.

— ¿Cuando has vuelto?— pregunta Ana.

— Hace poco más de una semana.

— Pues entonces ¿por qué no has salido?— pregunta Saioa con un tono algo desafiante.

Me sorprende que me haga esa pregunta.

— ¿Te extraña?— pregunto sarcástica—. Te recuerdo que llevo seis años fuera, hace cosa como de un año me enteré de que cada una os habías ido por vuestro lado sin pensar en las consecuencias que podía conllevar eso. Sí, he vuelto, pero no me apetecía salir, tengo suficientes problemas en mi vida como para estar escuchando cada uno de los problemas que tenemos entre nosotras, lo único que me iba a causar eso, eran más problemas en casa.

— ¿Ahora generamos tus problemas?— pregunta Adriana.

— No, pero si os soy sincera, yo este año no lo quería pasar aquí, ni de lejos, pero me han arrastrado, no me ha quedado otra. No me hace gracia veros discutir y no me hace gracia que discutamos, así que por favor seamos normales.
Lo peor es que no sabemos hablar sin discutir, es imposible, cada una va por su lado y todas somos demasiado cabezotas.

— Se que no estamos bien— empiezo diciendo—. Pero propongo hacer una cena, en un bar, para intentar no dar la nota. Todas sabemos que si la cena es en una casa somos capaces de gritarnos entre todas y llegarnos a tirar comida.

— A mí me parece una buena opción— dice Melyssa.

— Creo que es una buena forma de empezar de cero.

***

Increíble que haya conseguido que las siete vayamos a cenar fuera, con la condición de no discutir y que intentemos entendernos entre todas.

Solo hay un par de cosas que me aterrorizan para esta noche... el que acabe mal y discutiendo, y encontrarme a alguien que no me quiero encontrar.

— Me parece raro que salgas— dice mi hermana irrumpiendo en mi cuarto sin avisar, como siempre.

La ignoro mientras me sigo preparando.

— Lo más raro es que vayas con tus amigas.

— Eso a tí no te debería de importar— digo mientras observo mis zapatos.

— Supuestamente estaban mal.

— Las cosas se arreglan o por lo menos se intentan hablar para no estar mal del todo, y así conseguir llegar a un acuerdo. 

— Sabes que tus amigas no son capaces de eso.

— Puede que antes no, y que les cueste algo, todos en esta vida acabamos tomando decisiones algo egoístas sin importarnos cuanto le vaya a perjudicar a quién tengamos a nuestro lado...

Aunque estemos hablando de mis amigas es un buen momento para echar en cara algunas cosas.

— Sabes que eso no es cierto.

— Si escogí a este tipo de amigas en algún momento, será porque me recuerdan a algo, o porque estoy acostumbrada a vivir con eso y no se de otra forma.

— Nunca has sido capaz de enfrentarte a tus amigas y ahora vas a ser tú quien las vuelva a unir... es irónico.

— Puede que nunca haya sabido como enfrentarme a ellas, que siempre haya estado en su sombra, pero en estos seis años he crecido y creo que soy lo bastante mayor y madura como para que si pasa algo plantarles cara.

— No creo, eres demasiado buena con todo el mundo, y eso te hace débil.

— Ser buena con todo el mundo no es una debilidad, es lo mejor que puedes hacer.

— Sigue pensando eso, así es como te manipulan facil.

— Vete— dico seca.

***

Por primera vez después de años camino por las calles al lado de mis amigas, es raro estar de nuevo caminando mientras pienso en mis cosas, sin prestar atención a las distintas conversaciones que hay.

No he podido evitar notar que mucha gente que nos conoce nos miraban sorprendidos. Supongo que en su día se debió escuchar aquella separación que tuvieron, y la gente no se esperaba verlas por la calle juntas. 

También, algunas personas que me conocen, supongo que no se esperaban que yo volviera y reorganizara todo.

— He de decir que es extraño y emocionante volver a estar todas juntas— dice Adriana en cuanto nos sentamos en el bar.

— Supongo que sí...— dice Ana casi en un susurro.

— Gracias por venir— es lo único que consigo decir.

— ¿Qué vamos a pedir?— pregunta Lucía tras un silencio un poco incómodo.

Empezamos a mirar los distintos platos, pedir, comer... y todo va genial, es algo que no consigo explicarme hasta que en la mitad de la comida empieza a sonar mi teléfono.

Al mirar me sorprende ver quién es. Me levanto con el teléfono en la mano.

— Me voy a contestar, ahora vuelvo.

En cuanto salgo del var descuelgo el teléfono.
Llevo dos semanas esperando una llamada o un mensaje de Leo, aunque entiendo que no quiera hablar, tiene que estar dolido. Le dije una cosa mientras que  era otra y le mentí durante un mes.

— Hola...

— Sam— escucho—. Pensaba que no me ibas a contestar.

— No, eso nunca.

Escuchar la voz de Axel es un tanto extraño ya que se que Leo puede estar cerca e igual escucha todo lo que digo.

— ¿Qué tal estás?

— Bien, ¿y tú?

— Bien también.

Necesito preguntárselo.

— Axel...

— Dime.

— Se que igual esto no es de mi incumbencia, pero necesito saberlo. ¿Cómo está Leo?

— Justo te llamaba por eso— confiesa—. Leo está sentado todos los días mirando por la ventana, pensando en que tú puedes ir en cada uno de los aviones que pasa. Que seas tú la próxima persona que llame a la puerta... Te echa de menos.

— Yo... lo extraño mucho...

No podía guardarlo más.

— Leo... tras tú llamada se cargó su teléfono... Se que se muere por preguntarnos si hemos hablado contigo, aunque se quiera hacer el orgulloso y no diga nada.

— Alguna vez he pensado en llamaros... pero tenía miedo de llamar en un mal momento y joder todo.

— A Leo no le habría parecido que jodieras nada. Si quieres cuando vuelva le digo que te llame.

Yo... hablar con Leo...

— No. Creo que es mejor dejar un poco más de tiempo, no quiero que sufra.

— Sufris los dos demasiado con esto.

— Lo sé, pero más sufriríamos si siguiéramos juntos.

— Espero que algún día vuelvas

— Y yo... Chao

— Chao.

Vuelvo a la mesa algo pensativa sin enterarme de la mitad de la conversación.

¿Y Si Tienen Razón? #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora