Capítulo 20

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Sam

Son las dos de la mañana, estoy con las rodillas pegadas al cuerpo sentada en la cama, con los cascos puestos y mirando por la ventana.

Llevo todo el rato pensando en como se tomarán mis padres el echo de que yo me haya escapado, no sé que harán. Siempre he sido la niña buena de la casa, la que nunca había roto un plato y ahora estoy en la otra punta del mundo, sola y no he avisado a nadie de mi familia.

Las lágrimas caen por mis mejillas.

Agarro mi teléfono y pienso en llamar a Leo pero me detengo antes de presionar su contacto, no lo quiero preocupar, mañana tiene que despertarse temprano y no quiero que deje de hacer lo que tenga que hacer por mí.

Sigo bajando por mis contactos hasta que veo el de Álvaro, él sabe todo y es una buena idea.

— ¿Estás bien?— dice en cuanto contesta.

Siempre sabe cuando algo me pasa.

— No...— confieso.

— ¿Quieres venir a casa?

— No quiero molestar a nadie...

— No vas a molestar, necesitas hablar con alguien, venga baja, te espero— cuelga.

No lo dudo ni un momento antes de ponerme mis zapatillas en forma de panda y andar por el edificio en pijama hasta la casa de Álvaro e Ethan.

Decido enviarle un mensaje por si despierto al resto y Álvaro no tarda ni un segundo en abrir la puerta.

En cuanto me ve lo único que hace es abrazarme. Es el único que sabe todo, es como un hermano mayor que me cuida, sabe todo o casi todo de mí.

— Vamos a mi cuarto— me dice con una mano en mi espalda.

Me siento en el borde de la cama con la mirada perdida en el suelo.

— ¿Qué pasa?— pregunta tras cerrar la puerta.

Se sienta junto a mí mirándome muy detenidamente.

— Tengo miedo...

— ¿De qué?¿Ha pasado algo con Leo?

Las lágrimas vuelven a recorrer mi cara otra vez.

— No, he hablado con él y esta todo perfecto, he pasado la tarde con él y todo está perfecto, hemos vuelto y todo, pero tengo miedo...

— Eso es genial, no tienes porqué tener miedo.

— Tengo que decirles a mis padres que no voy a volver...

— ¿Cuando?

— Mañana por la mañana...— suspiro.

Él pasa un brazo por mis hombros y me acerca a él, apoyo mi cabeza en su hombro mientras no dejo de llorar.

— Nunca he roto un plato, nunca les he decepcionado, siempre he hecho todo lo que me han dicho y ahora estoy lejos de ellos, dándoles problemas, no sé lo que va a pasar. Nunca había hecho nada así, ni siquiera mi hermana ha hecho algo así. No sé como van a reaccionar.

— Tranquila, todo va a ir bien, ya lo verás, confía en mí.

Nos tumbamos ambos en su cama y, no mucho más tarde, nos quedamos dormidos.

***

Mi teléfono no para de sonar y hace que me despierte. Al ver mi pantalla me levanto de golpe.

— Mierda— digo en un susurro— Joder, joder, joder— no dejo de repetirlo mientras me paso la mano por la cara.

Intento calmarme antes de contestar.

— Hola— digo con naturalidad.

— Samantha Martínez ¿Dónde estás?— la voz de mi madre me asusta.

— En España no, eso te lo aseguro— le digo desafiante.

— Te dijimos que no podías ir a estudiar allí.

— Tengo 20 años ya soy lo bastante mayor como para hacer lo que yo quiera, eso es lo que he hecho.

— Vas a volver— me manda.

— No, por mucho que me mandéis no voy a volver.

— Pues entonces no te pagaremos ni los gastos del piso ni la universidad.

— Me la puedo pagar yo solita.

— ¿Trabajando de camarera? Dudo mucho que te llegue para todo.

— Igual es que no trabajo de eso y no lo sabéis.

— ¿Otra mentira más?

— Sí y ahora voy a seguir con mi vida, adiós— cuelgo.

Sinceramente, no me puedo creer que haya hecho lo que he hecho.

Al girarme veo a Álvaro despierto mirándome con una expresión de sorpresa.

— Sabía que no iba a acabar bien— digo tirando el móvil en la cama.

— Deja que pasen un par de días, seguro que lo entienden.

— Me da igual lo que piensen— consigo decir—. Es mi vida y ya es hora de que lo disfrute.

— Para lo que sea cuenta conmigo, no lo dudes.

— Sí, tranquilo, ahora solo tengo que conseguir una forma de conseguir dinero...— Álvaro me mira confuso.

— ¿Tus padres...?

— Me han dicho que me busque la vida, que me busque la forma de pagar todo yo mientras que estudio.

— Si necesitas ayuda con algo, siempre puedes contar conmigo— me asegura—. Pídeme lo que quieras.

— No, me voy a buscar una forma de ganarme la vida o conseguir algo de dinero al menos.

Agarro mi teléfono y me pongo mis zapatillas de panda.

— Será mejor que me vaya a casa, ya he molestado bastante.

— Como quieras, pero si necesitas hablar con alguien llama— asiento.

¿Y Si Tienen Razón? #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora