Capítulo 50

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Sam

Estoy sentada en el coche viendo las calles. En el coche hay un silencio sin decir mucho. Leo entrelaza su mano con la mía, haciendo así que vuelva la cabeza hacia nuestras manos entrelazadas.

— Todo va a estar bien— me dice en un susurro pegado a mi oreja.

Yo asiento y apoyo mi cabeza en su hombro.

Nadie dice nada más durante el camino hasta el aeropuerto.

— Sabes que nos puedes llamar si necesitas— dice Sara mientras Leo baja las maletas.

— Y siempre podemos ir, si quieres, claro— dice Ethan.

— Es mejor que vaya yo sola, son temas familiares y que me presente ahí con gente que no conocen, al menos por el momento.

— Esta vez podemos estar tranquilos, me ha prometido que va a volver.

— Hablé con mis padres y me dijeron que no me lo decían para retenerme allí de nuevo, sino por lo que realmente era.

—Es hora de irse— dice Leo detrás de mí.

— Sí, será mejor que me vaya ya.

Me despido de todos y Leo me acompaña al interior del aeropuerto.

— Todo va a estar bein, tranquila.

— Volveré pronto, y no va a estar bien, se que va a ser complicado, se a lo que voy y hace mucho que no veo a mi familia.

— Lo sé, pero creo que dentro de lo que cabe va a estar todo bien.

— Yo no pienso igual que tú, se como es mi familia y se que puede pasar cosas peores de las que imagino...

— Si necesitas cualquier cosa llámame, sin dudarlo, y da igual la hora que sea. ¿Vale?

Yo asiento con la cabeza, me da un beso en la frente y lo abrazo con todas mis fuerzas. Se separa de mí por un momento y después pega sus labios a los míos.

Empiezo a caminar entre la multitud y veo como Leo no deja de mirarme. Antes de desaparecer hago por última vez contacto visual con él y me giro para seguir el camino.

Me paso todo el viaje durmiendo y escuchando música, intentando dejar mi mente en blanco por unas horas.

Al bajar del avión puedo sentir el frío de mi antigua ciudad... Estamos a finales de enero y hace frío. Al salir del aeropuerto veo a mis padres esperándome frente al coche.

Me acerco a ellos lentamente y les doy un abrazo a ambos antes de decir ninguna palabra.

— ¿Qué tal el viaje? — pregunta mi padre en cuanto me separo de él.

— Largo— confieso—. Pero bien.

Mi padre me quita la maleta de la mano y la sube al maletero.

— ¿Estás muy cansada? — me pregunta mi madre.

— La verdad que no, me he pasado todo el vuelo durmiendo.

— Bueno, entonces, si te parece bien, vamos primero al hospital a ver a tu abuelo— dice mi madre.

Yo asiento y mi padre se pone junto a nosotras.

— Tus primos y tu hermana están allí, los verás.

— Bien.

Nada más montarnos en el coche mi padre arranca en dirección hacia el hospital. Aprovecho el tiempo en el coche para enviarle un menaje a Leo diciendo que estoy bien, pero como es de esperar no me responde.

— ¿Qué tal todo por allí? — pregunta mi padre.

— Todo bien, bastantes cosas que hacer pero bien.

— ¿Tenéis mucho trabajo ultimamente?

— Estas últimas semanas sí, hemos tenido bastantes cosas.

Se que mi padre quiere tener una conversación agradable conmigo, pero se que realmente no quieren hablar de este tema, lo hablamos en su día y se que no les apetece saber lo que estoy consiguiendo en base a mis sueños y mi esfuerzo.

Al llegar al aparcamiento del hospital el ambiente se vuelve mucho más frío.

— Tus primos y tu hermana están en la cafetería, por si quieres ir a verlos antes— dice mi madre.

Asiento y voy hacia la cafetería a ver a mis primos. Todos están sentados en una mesa con mala cara y sin decir ni una palabra. Pongo la mano encima del hombro de mi primo para que se den cuenta de mi presencia.

Mi primo se levanta y me abraza. Comienzan a caer lágrimas por mis mejillas.

Lo único que puedo hacer es abrazarlo y tras él se unen el resto de mis primas y mi hermana.

— ¿Lo habéis vist ya? — todos asienten— Va a ser mejor que vaya a verlo cuanto antes.

Me alejo de ellos para comenzar a andar por los pasillos del hospital cuando mi primo me para agarrándome del brazo.

— Le va ha hacer ilusión que hayas venido, hace mucho tiempo que no te ve.

— ¿Vienes conmigo? — mi primo asiente y me da la mano para guiarme por los pasillos.

Con forme nos vamos acercando a la habitación el camino se hace más y más largo.

Cuando entro a la habitación veo a mi abuelo con muchísimos cables conectados y esa imagen me impresiona.

Mi primo me abraza en cuanto me ve paralizada. Respiro profundo y me separo de él. Me acerco a mi abuelo y me siento a su lado.

— ¿Abuelo? — digo con una voz muy suave y sin fuerzas.

No escucho una respuesta por su parte y tomo su mano para que me sienta a su lado.

Puedo notar como empieza a abrir los ojos.

— Hola— dice sin fuerzas.

— Abuelo...— repito de nuevo.

— ¿Samantha eres tú? — dice en casi un susurro.

— Sí, abuelo, soy yo.

Escuchar a mi abuelo hace que algunas lágrimas caigan por mi rostro.

— Tus padres me dijeron que vendrías— intenta moverse un poco.

— Abuelo, no te muevas mucho, no creo que sea bueno.

— Hacía tiempo que no te veía.

— Sí, no he vuelto desde hace tiempo...

Intento contener mis lágrimas.

— Tus padres me han dicho que te va muy bien.

— Sí, por el momento si...

Poco después llegan mis tíos a los que le sorprende mi presencia junto a mi abuelo.

— Sam, ¿cómo es que has venido? — dice una de mis tías

Mi abuelo ya esta dormido así que me levanto y les saludo.

— Mis padres me dijeron que el abuelo estaba mal y en el hospital, entonces decidí venirme un tiempo...

— Que bien que estés aquí— mi tía me abraza.

— Sí, hacía mucho que no venía y no os veía... Pero bueno ahora estaba con el abuelo pero se ha quedado dormido, así que me bajaré con el resto a la cafetería.

— Hace bien en ir con ellos.

¿Y Si Tienen Razón? #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora