Capítulo 32

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Sam

Estoy algo nerviosa, no voy a mentir, aunque sigo enfadada con mis padres quiero darles las gracias por tener confianza en mí y que me dejen quedarme aquí.

Estamos en el ascensor Leo está frente a mí pero ninguno dice nada. Creo que puede percibir que estoy nerviosa ya que no paro de mover la pierna y jugar con mis dedos.

— ¿Se lo vas a contar a tus padres?— pregunta Leo rompiendo el silencio.

— No lo sé, quiero contárselo pero igual prefiero esperar un poco más, no sé, se cual va a ser su respuesta y no quiero que se arruine la noche...

— Pero algo les alegrará.

Dudo mucho que les alegre saber eso, a parte aún no sé si me van a pagar algo durante este año o van a seguir con su mentalidad del principio aunque me dejen quedarme aquí.

Veo a Leo avanzar hacia mí.

— ¿Por qué te da tanto miedo hablar con tus padres? Son tus padres— dice justo cuando está a un solo paso de mí.

— Supongo que aunque siempre he sido la hija buenita, nunca he tenido una buena comunicación con ellos.

Él me abraza sin dudarlo y justo cuando se abren las puertas toma mi mano y tira de mí hacia mi casa.

— Pase lo que pase sabes que yo voy a estar a tu lado ¿no?

— Sí, pero no sé si realmente quiero sacar ese tema con mis padres o por lo menos no ahora mismo.

— No diré nada si no quieres.

— Gracias, ahora entremos antes de que me arrepienta y eche a correr por ese pasillo— digo mientras señalo el largo pasillo del edificio.

— No te voy a dejar y lo sabes, te tengo, así que no puedes escapar— dice señalando nuestras manos unidas.

En cuanto salgo las llaves mi pulso empieza a temblar, así que Leo me las quita y él es el que abre la puerta.

— Hola— digo en cuanto entramos—. Ya hemos llegado...

Mi padre, como casi siempre, está sentado en el sofá y a mi madre no soy capaz de verla.

— Hola papá, ¿donde está mamá?— digo mientras me acerco a él.

Cuando estoy lo suficientemente cerca de él lo abrazo y él me devuelve el abrazo. Leo se queda detrás mía y cuando yo me separo él extiende su mano hacia mi padre.

Supongo que aunque ya lo conoce solo quiere dar una buena impresión.

Mi padre aparta la mano y lo abraza, cosa que lo pilla por sorpresa.

— No hace falta que seas tan formal— le dice mi padre sin soltarlo.

Me río en silencio al ver la cara de Leo.

— Papá... creo que ya es suficiente— digo mientras los separo.

— Lo siento, pero es la primera vez que nos presentas a alguien.

Sí, es cierto, Leo ha sido el primero que les he presentado, el resto de situaciones que he tenido con chicos no eran nada serio y no me parecía adecuado decirles nada.

— En parte me alegra que Sam tenga a alguien aquí que la cuide— comenta mi padre poniendo una mano sobre su hombro.

— Me se cuidar sola— recalco y mi padre se ríe.

— Cariño eres muy torpe, necesitas que alguien te cuide.

Resoplo y me voy a buscar a mi madre, dejando a mi padre y a mi novio solos en la sala.

¿Y Si Tienen Razón? #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora