Capítulo 21

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Sam

Llevo horas metida en casa con la música, sin contacto con el exterior. He recibido varios mensajes de Lucía pero he decidido ignorarlos, no estoy como para hablar con ella.

Voy hacia mi cuarto y me paro frente a mi armario. Lo observo detenidamente antes de agacharme hacia un cajón específico.

Creo que una de las pocas cosas que dejé en Los Ángeles era mi ropa de baile.

No dudo mucho tiempo y la agarro para ponérmela. Voy a mi sala preferida del piso. Pongo la música a tope y me pierdo entre las distintas melodías.

Tras un rato vuelve a llegar un mensaje y me acerco a mirar.

Leo; ¿Puedo ir a verte?

Es increíble que con solo ese puto mensaje me alegre el día.

Yo: De acuerdo

Leo: Pues como y subo

Miro la hora y me doy cuenta de que ya son las tres de la tarde, me he pasado toda la mañana evitando el teléfono.

Yo; Va, luego nos vemos

Leo: Ya quiero verte

Estoy sonriendo como una gilipollas a la pantalla de mi teléfono y al levantar la mirada y verme al espejo, me doy cuenta, tengo que ducharme antes de que venga.

Tardo una media hora para cuando ya estoy otra vez vestida, peinada y maquillada.

Justo a tiempo para cuando tocan el timbre.

— Hola— digo con una sonrisa inocente al ver a Leo al otro lado de la puerta—. ¿Viene buscando algo o a alguien?

Él se echa a reir y pasa su lengua por su labio inferior justo antes de dedicarme una sonrisa.

— Pues, la verdad, venía a ver a alguien...— dice acercándose un paso más a mí.

— ¿Se puede saber a quién?— digo mirándolo a los ojos.

— Pues le explico, es la chica más guapa del mundo, es bajita, de pelo rizado y ella en sí es adorable.

¿Enserio piensa eso de mí?

— Necesitaría una descripción más exacta de ella para saber a quién se refiere— digo divertida.

Me observa de arriba a abajo antes de decir nada.

— Ella lleva puesta una falda negra de vuelo y un top blanco, muy bonito, por cierto, una coleta larga de rizos, unos ojos verdes en los que me pierdo día tras día, cada vez que la veo o pienso en ella.

No sé en qué momento he pasado de verle más o menos de frente a tener que levantar muchísimo la cabeza y la mirada para poder verlo. No sé en qué momento ha avanzado tanto.

Sus manos van directas a mi cintura para acercarme a él antes de pegar sus labios a los míos. Me inclino hacia atrás para poder separarme un momento de él y verlo a los ojos.

Sigo sin creer que haya dicho eso de mí, eso no puede ser cierto.

— ¿Salimos ya?— pregunta con una sonrisa.

— Dame dos minutos— digo antes de salir corriendo por el piso e ir directa a mi cuarto.

Escucho como la puerta se cierra y oigo pasos hacia mi cuarto.

— Estaba claro que algo pasaba— dice mientras se ríe.

Señala mis botas negras de tacón con cordones.

— Soy un pequeño desastre, ya lo sabes— digo mientras me pongo las botas.

Cuando ya estoy lista me levanto y me pongo frente a él. Me mira fijamente a los ojos como si intentara leer lo que estoy pensando y me besa. Justo después pone su mano en mi brazo y la desliza hasta llegar a mi mano y entrelazar nuestros dedos.

Que haga eso me da tanta tranquilidad aunque se que en mi mente ahora mismo es todo un caos.

Me guia por todo el edificio hasta salir de él, sigue con su mano entrelazada con la mía mientras me guia hacia su moto. Ahí es cuando me doy cuenta que he hecho una mala elección de la ropa.

No ha sido buen día para ponerme una falda.

Se detiene frente a su moto y saca de esta los dos cascos.

— Creo que no a sido la mejor idea lo de ponerme falda hoy— digo mirando el casco.

— Ya te digo yo que eso no importa mientras que pilles la falda con las piernas.

Deja su casco en el asiento y me quita el mío de las manos. Cuidadosamente me lo pone y justo después se pone el suyo.

Él se monta primero y arranca la moto. Gira la cabeza hacia mí, aunque no pueda verle la cara por el casco se que está sonriendo.

— ¿Subes?— dice divertido.

Apoyo una mano en su hombro para no perder el equilibrio al pasar la pierna por encima de la moto. Me coloco bien la falda, pillándola con las piernas. Me inclino hacia delante pasando suavemente mis manos por su cintura y entrelazando mis dedos por delante de su estómago, haciendo, así, que me tenga que pegar lo máximo posible a él.

Tras un rato aparca la moto en un parking de un centro comercial.

Me bajo antes que él aunque no tarda mucho en seguir mis pasos y bajarse de la moto.

Me deshago del casco y lo dejo encima de la moto antes de sacar el móvil y asegurarme que no boy demasiado despeinada.

— Deja de mirarte en el móvil— dice Leo mientras se quita el casco.

— Es que el casco me suele despeinar.

— Estar perfecta— me sonríe.

Ese simple comentario hace que me ponga roja como un tomate. Agarra los cascos y los guarda en la moto antes de tomar mi mano y empezar a andar hacia el interior del centro comercial.

¿Y Si Tienen Razón? #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora