Capítulo 23

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Sam

El timbre interrumpe la conversación entre Leo y yo. Me levanto rápidamente a abrir la puerta y me sorprendo al ver a Álvaro ahí.

— Hola— digo en cuanto lo veo.

— Vengo a asegurarme de que estás bien después de la llamada de esta mañana.

— Sí, ya estoy bien, no le voy a dar importancia a lo que digan.

— Creo que deberías hablar más adelante con ellos y que te intenten entender.

— De momento no les voy a llamar, no me apetece tener una conversación con ellos, por lo menos no en estas primeras semanas que esté aquí.

— Como quieras.

Veo que Álvaro mira detrás de mí.

— ¿Estás con Leo?

— Sí, he pasado la tarde con él.

— ¿Y se lo has contado?.

Mi mirada cae al suelo.

— Sam... tienes que contárselo.

— Lo sé, se que se lo tengo que contar pero ahora mismo no puedo.

— ¿Por qué?

— Acabamos de volver y no quiero que se preocupe por nada.

Escucho una tos un poco, poco sutil detrás de mí.

— ¿Qué me tienes que contar?¿Y porqué no quieres que me preocupe?

Me giro lentamente y veo a Leo de brazos cruzados detrás de mí.

— Yo me voy a ir— dice Álvaro cerrando él mismo la puerta.

Agarro a Leo del brazo y lo vuelvo a guiar hasta el sofá.

— ¿Qué tengo que saber?— dice bastante serio— ¿Qué ha pasado esta mañana?

— No es nada.

— Si no es nada, cuéntamelo, no me debería preocupar.

— Me ha llamado mi madre...— digo llevándome una mano al brazo contrario y dirigiendo mi mirada hacia mis pies.

Elevo un poco la mirada pero sin levantar la cabeza y puedo ver que su expresión ha cambiado de enfadado a preocupado.

Empiezo a jugar con mis dedos antes de decir nada. Él lo nota y me coge las manos y dando un paso hacia mí. Se que me está mirando fijamente aunque yo esté mirando hacia el suelo.

— Estaba furiosa...— levanto la cabeza y lo miro a los ojos—. Y digamos que ya no me van a pagar ni la universidad ni los gastos del piso.

— ¿Será una broma?— es lo único que sale de su boca.

— No, ellos querían que yo estuviera allí, pero yo no quiero estar allí, y ahora tengo que pagar todo yo y no me van a ayudar mis padres.

— ¿Por qué te hacen eso? No tiene sentido, tienen que aceptar lo que tú quieres y lo que es mejor para tí— dice soltando una de mis manos y llevándola a mi mejilla.

— Sí, lo sé, pero ellos no, así que me tengo que buscar un trabajo en el que paguen bien y que pueda coordinar con las prácticas, para poder pagar todo.

Una lágrima está a punto de caer por mi mejilla justo cuando Leo pega sus labios a los mios. Al separarse más de una lágrima se deslizan por mi rostro y él solo me abraza.

— ¿Te puedo ayudar en algo?

Me separo para mirarlo confusa.

— ¿Te puedo ayudar en algo?— vuelve a preguntar.

¿Y Si Tienen Razón? #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora