LIZZIE
Lila estaba sentada desayunando sola, sus hermanas corrían por la casa, hablaban con nosotras, pero ella sólo tomaba la chocolatada que se había preparado ella misma y comía sus galletitas lentamente.
- Vas vos o voy yo? -preguntó Megan al ver que estaba mirando a Lila.
- No sé qué conviene... quizás es algo que debe procesar sola...
- Tiene diez años, amor, no podemos esperar que sepa procesar cosas como esas... no quiero que deba hacerlo sola -respondió mi novia, se le fruncía el ceño por la preocupación.
- Voy yo -dije-. Pero si se me larga a llorar vení porque tengo miedo de manejarlo mal...
- Lizz, es una nena no una cosa que se puede romper en cualquier momento, tratala como lo que es.
- Pero si digo algo mal? Si le causo un trauma o alguna inseguridad?
- Se criaron con vos consolándolas, y ahora están hermosamente sanas, yo creo que podés hacerlo -dijo sonriéndome-. A parte, siempre tuviste más afinidad con ella...
Asentí y me acerqué a mi hija.
- Buenos días, princesa -dije tomando una taza de la alacena, no había nadie más que nosotras allí, Meg se había ido con las demás al patio.
- Hola, mamá... ya sé que viniste a hablar...
- Qué atenta -respondí ahora sentándome a su lado-. Podemos hablar?
- No hay muchas opciones -respondió sin mirarme a los ojos
- Hey! Vengo en son de paz -reí, ahora acercándome a ella.
Sonrió un poquito, pero para mí ya era media batalla ganada.
- Qué es lo que te tiene así de seria? -pregunté, ya estaba sentada a su lado, pero ella no me miraba a los ojos, miraba su desayuno.
- No sé si quiero hablar de eso, mamá...
- Es tu decisión, princesa, lo sabés, pero me gustaría que pudieras contarme así veo en qué ayudarte...
- No quiero hablarlo. Quizás otro día, pero siento que ahora quiero estar sola.
Se me partió algo en el pecho, habíamos criado a nuestras hijas con el objetivo de que supieran plantear sus sentimientos, que supieran hablar de lo que les dolía, pero ahora que ella no quería decir nada, yo no sabía qué hacer.
- Puedo quedarme al lado tuyo al menos? Si no querés, no hablo, pero no me gusta que estés sola...
Ella me miró a los ojos, sonrió y asintió.
Yo me preparé el desayuno y me senté a su lado, en completo silencio.
Al rato llegaron todas, Emma corriendo atrás de Megan que tenía a upa a Eva, Matías ayudando a Emma a atraparlas, era hermosa la imagen pero me faltaba Lila, que estaba callada a mi lado.
Me paré para tomar a Eva, a Megan no le gustaba que la sobreprotegiera, pero ahora que estaba embarazada era inevitable, todo lo que hacía era cuidarla.
Lila dejó su taza en la mesada y subió a su cuarto. Megan la miraba entristecida, le conté que no había querido hablar, eso la hizo sentirse más triste todavía.
Cuando almorzamos, Lila bajó pero volvió a subir cuando terminó. A la merienda, salimos al patio, pero ella no quiso venir. Era demasiado.
Subí, toqué la puerta, cuando respondió, entré.- Necesito una acompañante para una misión -dije-. Tengo que buscar las piedras más lindas de la playa.
Ella me miró y algo se iluminó en su rostro. Solíamos buscar piedritas en la arena, pero hacía mucho que no íbamos, era una tarea solamente nuestra.
- No podés pedirle a Eva que te ayude? -preguntó.
- Sabés que nadie lo haría tan bien como vos...
- Entonces voy -dijo parándose.
Quise ocultar mi emoción, pero no pude, quería abrazarla.
Meg nos miraba desde el patio cuando bajamos, me sonrió y le guiñé un ojo.
Lila estaba más seria, se notaba mucho. Caminamos hasta la orilla, yo fui descalza porque quería sentir la arena, me di cuenta de que mi hija fue igual.
- Cuando vivíamos en el hogar pensé que me iba a ir de ahí a los dieciocho porque nadie me adoptaría -dijo ella mirándome-. Y que ustedes llegaran para adoptarnos fue como un milagro, nadie quería a los de mi edad...
Estaba por largarse a llorar, conocía cómo se le iba cambiando la expresión facial. La acerqué a mí para abrazarla.
- Por eso me angustia que tengan otro bebé, porque este tiempo que tengo con ustedes es demasiado valioso... y que venga otro niño va hacer que puedan pasar menos tiempo conmigo...
La levanté del piso, ya no era una nena chiquita como cuando llegó, seguía siendo una nena, pero había crecido, ahora tenía facciones más marcadas, y era más complicado cargarla, pero me negaba a aceptar que mi nena había crecido.
Apoyó la cabeza en mi hombro.
- Gracias por contarme cómo te sentís, amor... Con Meg las vamos a amar siempre, y siempre que podamos vamos a estar con ustedes... un bebé va a requerir de mayor atención, pero seguimos siendo mamás de cuatro personas que son lo más hermoso del mundo...
Me di cuenta de que la estaba acunando casi como a Emma cuando era bebé, me movía de un lado a otro delicadamente sin mover los pies.
- Perdón... me gustaría no sentirme así... -dijo.
- Princesa, una no elige cómo reacciona a lo que pasa, sí? Nosotras quisimos un bebé más porque Meg quería vivir el embarazo otra vez, pero todas las ocasiones que no estemos con el bebé, vamos a estar con ustedes.
Asintió sobre mi pecho, yo seguía arrullándola como si fuese un bebé, eso nos dejaba a las dos tranquilas.
Con ella rodeándome la cintura con sus piernas y sus brazos alrededor de mi cuello, caminé por la orilla, no quería volver todavía, sabía lo que Lila necesitaba ese tiempo, ese momento en el que la atención iba dirigida a ella solamente.
Cuando volví a casa ella ya se había dormido. Megan estaba recostada en el sillón de la sala con Eva a su lado ambas completamente dormidas. Matías y Emma estaban jugando en el patio.
- Mamá! -gritó Matías, a lo que le hice señas de que no gritara porque su hermana estaba dormida.
- La llevo a su cama y vengo a jugar -dije y subí.
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ELIZABETH OLSEN
Teen FictionMegan Smith, reconocida actriz estadounidence/argentina, de dieciocho años comienza a trabajar en Marvel, por lo que conoce al elenco y más que nada a una de ellos desde muy cerca.