96

284 30 3
                                    

LIZZIE

Volví a mi trabajo insertando un dedo dentro suyo, cuando sentí que volvía a empezar a formar el orgasmo, lo saqué y metí la punta del strap, solamente para tentarla.

- Así está bien? -dije sólo metiendo y sacando la punta.

Ella se movía intentando que entrara más.

- Tus ex te hacían sentir tantas ganas de que te hagan mierda?

Negó con la cabeza.

- Quiero palabras -dije.

- No... no me hacían sentir así -casi sollozó por las ganas que tenía.

- No qué? -pregunté con una sonrisa.

- No... -Entonces, antes de que lo diga, metí todo el strap y lo gritó-. LIZZIE!

Acompasé el movimiento y tomé sus muñecas entre mis dedos para tener apoyo, con la otra mano agarré su pecho y lo apreté, pero no llegaba a cubrirlo con una sola mano, por lo que acerqué mi boca y comencé a llenarlo de besos y marcas.

Al ver que estaba por acabar, fui frenando.

- Ahora, amor, decime... quién es la única que te hace sentir así?

- Vos! -gimió entre mis estocadas.

- Necesito el nombre...

- Lizzie, ah!

Acabó y el colchón, que ya estaba mojado de la primera vez, volvió a empaparse, esta vez peor.

- Esa variante de mi nombre me gusta más -dije mientras la desataba.

Ella estaba agitada, así que la ayudé a sentarse en la cama frente a mí, las piernas le temblaban levemente, por lo que las acaricié intentando calmarla

Tomé sus muñecas delicadamente para ver si tenía marcado, y sí, tenía rojo del roce pero se le pasaría.

- Ahora sí podemos ser tiernas -dijo sonriendo entre las respiraciones agitadas.

La abracé contra mi pecho, ella se dejó cargar hasta la ducha, pero antes de que prendiera la canilla, me frenó poniendo su mano en mi pecho.

- Quiero ir al mar -dijo.

- Estás desnuda.

- Puedo ir con tu camisa y no creo que haya gente...

Asentí, no me iba a negar.

- Estos días podés pedirme lo que quieras, si querés hasta te bajo la luna -dije dejándola pararse para que se acomodara la camisa.

- Con que me bajes la ropa interior me alcanza -respondió.

Le di un beso en los labios mientras la ayudaba a abotonarse parte de la camisa por si llegaba a haber gente en la playa.

Yo me puse un short por sobre el strap que casi no se notaba porque el short era holgado.

Ni bien pisamos la arena, ella me tomó de la mano y comenzó a correr hacia el agua, yo la agarré de la muñeca para frenarla y subirla a mi cadera, de manera que toda su intimidad estaba en contacto conmigo.

- Tenés el strap? -preguntó al sentir el bulto rozándola.

- Te dije que me hubiese gustado tener algo así para cogerte en la playa -dije mientras nos metía más a fondo en el mar.

Frené cuando el agua le llegaba a la cintura, cosa de taparnos levemente.

Entonces ella misma metió la mano por debajo del short y sacó el strap, luego volvió a subir la mano para aferrarse más a mi espalda que terminaría llena de arañazos, estaba segura. Acomodé la punta en su centro, besé a Meg y lo metí mientras mi lengua chocaba con la suya.

Gimió en la primera embestida, y en las otras pegó el pecho hacia mí, de modo que yo tenía sus pechos a la altura de mi mentón. Bajé la cabeza para comenzar a besarlos y en la estocada más fuerte le mordí uno no tan suavemente, por lo que ella lanzó un grito de entre dolor y placer.

- Dije de manera tierna -soltó entre gemidos.

- Como usted ordene, su majestad.

Pausé el ritmo, lo que la hizo enojar y moverse ella misma de arriba abajo.

- No, no, no -dije frenándola con mis manos en su cintura-. Vos querías tierno, te voy a dar lo más tierno que exista.

Me dejó hacer mientras iba tomando velocidad, la besé en los labios mientras ella se aferraba a mi espalda.

Sentí que acabó porque sus piernas se apretaron a mi alrededor y luego se aflojaron.

- Creo que no puedo caminar -soltó en mi cuello.

Ambas estábamos agitadas, se me estaban cansando los brazos de sostenerla y sentí cómo sus piernas volvían a temblar.

- Te gustó así de tierno? -pregunté.

- Sí, casi como nuestra primera vez...

Me gustó recordar la primera vez que nos acostamos nosotras dos, era lindo pensar en hacía cuánto nos conocíamos.

En la casa la dejé para que se parara pero inmediatamente le flaquearon las piernas y cayó, pero la sostuve.

- Quiero dormir así... -dijo mientras se secaba con la toalla.

- Es que tengo que secar la cama.

- Pero está el cuarto de invitados...

Era una buena idea. Fuimos hasta allí, la dejé sobre la cama, tenía un solo botón de la camisa abrochado.

Me recosté a su lado, ambas estábamos muy cansadas.

- Puedo dormir con vos adentro mío? -preguntó.

Me sorprendió.

- Amor, te tiemblan las piernas.

- Quiero sentirte adentro mío mientras duermo...

Puso su mejor cara de víctima, no me quedaba otra que aceptar.

Se sentó sobre el strap y se dejó caer delicadamente sobre mi pecho, yo la rodeé con mis brazos queriendo mantenerla pegada a mí.

- Te amo... -dijo en mi cuello.

- Yo también, Meg, te amo.

Se durmió mientras le hacía mimos en la espalda, luego caí yo también.

MEG

A la mañana siguiente, me desperté con ella aún dentro mío, no quería que saliera. Abrió los ojos lentamente y me besó los labios.

- Qué lindo beso de buenos días -dije.

- Creo que hay una mejor manera de despertarnos más -respondió.

La dejé guiar mi cuerpo hasta dejarme sentada sobre ella, yo comencé a dar saltitos suaves calentándome repentinamente.

Ella se fue enderezando en la cama hasta quedar sentada, yo aún moviéndome, a veces de a los costados y adelante y atrás cuando quería besarla.

Sus manos estaban en mis pechos y a veces en mi trasero. Lancé un grito cuando me pegó una nalgada.

- Avisame cuándo te estés por venir -dijo.

Asentí sin ser capaz de responder. Cuando le dije que faltaba poco, me levantó y se posicionó acostada boca arriba, me dejó sobre su rostro y siguió el trabajo con sus dedos y su lengua.

Acabé sobre ella, Lizzie me acomodó otra vez sentada en sus piernas y se enderezó, me besó dejándome sentir mi sabor en sus labios.

ELIZABETH OLSENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora