101

191 25 2
                                    

MEGAN

Tenía a Emma a su lado mostrándole el hueco que le había quedado porque se le cayó su primer diente, una paleta.

-Decí sapo -le dijo mi esposa.

- Zapo... no me zale...

Lizzie se reía pero la frené tomándola del brazo disimuladamente.

- No te rías de ella -le dije.

- Nos estamos riendo juntas -respondió-. No, Emm?

- Zi.

No pude evitar sonreír ante la ternura que me daba mi hija.

- Simón dónde está? -preguntó Lizz.

- Con tu mamá, fueron al pelotero un rato, ya cuando se canse te lo va a traer.

- Matías?

- Con Lila y sus amigos, creo que en la cancha jugando al futbol.

- Y Eva?

- Qué paza? -preguntó Emma.

Lizzie la miró sin entender.

- Por qué preguntáz dónde están todoz? -aclaró nuestra hija.

-Es que quiero saber si están bien.

Ahora fue Emma la que la miró sin entender.

- Andá con Eva, sí, amor? Está en la zona de maquillaje -dije.

- Qué preguntas -dijo Lizzie riendo cuando se fue Emma.

- Concuerdo con ella igual, -respondí-, qué pasa, amor?

- Qué pasa con qué?

- Estás nerviosa, tensa... Sabés que las nenas están bien, nos aseguramos de eso cuando elegimos las actividades y todo esto, qué te preocupa?

- Nada... sólo me pone ansiosa la situación.

En su rostro noté rastros de algo que no me decía, la misma cara que ponía Emma al mentir.

- No me gusta que me mientas.

- Meg... es un tema laboral, sí? Quiero hablarlo con vos a la noche así podés despreocuparte ahora.

- Me va a preocupar lo que me tengas que decir?

- No... esto es lo que no quería que pasara... Meg, dejame que lo hablemos en casa, sí?

Asentí y tuve el instinto de irme porque estaba algo enojada pero en vez de empeorar la situación, elegí abrazarla. Ella parecía haber esperado que me alejara ofendida porque se sorprendió y me abrazó mas fuerte.

- Te amo -dijo sin soltarme.

- Yo también -respondí sonriendo.

Eva llegó corriendo con un montón de dulces en las manos.

- Me los guardan? Me los gané en los juegos.

Ya era casi la hora del cierre del cumpleaños y Eva tenía las pupilas muy dilatadas por la exitación y el azúcar.

- Sí, Ev, pero no más dulces, sí? Traelos acá y te los guardamos para otros días -dije agarrándolos.

Asintió y se fue corriendo.

Lizzie se reía mientras yo guardaba los dulces en una bolsa.

- Siempre supe que serías la mejor mamá -dijo.

- Sigo con ganas de asesinarte por no haberme dicho nada -le aclaré-, no vas a librarte fácilmente.

Se acercó a mí abrazándome por detrás.

ELIZABETH OLSENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora