20

1.6K 75 2
                                    

LIZZIE

Mientras manejaba, vi cómo Megan mantenía su expresión enojada.

- Quiero irme lejos de casa... -dijo.

- Como a dónde?

- No sé... quiero irme.

- Tenés que descansar un poco, esperar a que tu cuerpo expulse todo lo que tomate y después podemos irnos a donde quieras.

- Quiero irme ahora.

- No podemos, Meg, quiero que duermas un poco.

- No. No quiero entrar en la casa.

- No vamos a tener una pelea por un berrinche de nena chiquita.

- No? Porque no pienso entrar a la casa, Elizabeth, te estoy diciendo que quiero irme a otro lado. Si no querés venir conmigo, voy sola.

- Así como estás no vas a ningún lado, lo hubieses pensado mejor antes de tomarte media botella de vodka.

- No era puro.

- Con cuánto estaba diluído? Dos gotitas de agua? No vamos a seguir discutiendo, no estás en condiciones de imponerte ante lo que te pida, si no te moriste de un coma etílico es porque te frené de seguir tomando.

No me respondió, solo miró para la ventana, entonces entendí que estaba comenzando a sentirse mal cuando vi que su expresión era de asqueada.

- Tenés ganas de vomitar? Ya estamos llegando a casa, falta solo un minuto -dije.

- Estoy bien, cualquier cosa abro la ventana.

Al llegar a la casa, ni bien abrió la puerta supe que no podría mantenerse mucho tiempo de pie. La ayudé a pararse agarrándola de la cintura y ella de mi cuello. La llevé directamente al baño, prendí la canilla de la bañadera y mientras se llenaba, me arrodillé para ver a Meg a los ojos ya que ella estaba sentada sobre la tapa del inodoro.

- Me querés contar qué fue lo que se te pasó por la cabeza al irte sin avisarme?

- Te dejé una notita -dijo desganada.

- La nota decía que te ibas a pasear no a alcoholizar.

- Perdón...

- No importa ahora, te ayudo a sacarte la ropa y te metés al agua, cuando te despejes un poco podés salir.

Le saqué la remera, luego el corpiño, seguí con el pantalón y las bragas, las zapatillas ya se las había sacado cuando entramos a la casa. La ayudé a meterse en la bañera con el agua tibia.

- Amor... Perdoname... -dijo sin soltarme la mano- No sé qué me pasó...

- Tranquila, entiendo que debés sentirte mal por lo que pasó, pero poniéndote ebria no es la solución a tus problemas.

- Tengo que ir a Argentina?

- Azul me dijo que no hace falta, que te concentres en tu dolor y en todo lo que pasa en tu cabeza, no va a haber funeral.

- Quizás deba ir... Para estar con ellas... Si tenés que trabajar lo entiendo, puedo ir sola.

- No, puedo pedir unas semanas de descanso, ya venimos filmando bastante tiempo.

- Segura?

- Sí, no pienso dejarte sola en este momento.

Tembló un poco a lo que le toqué el brazo.

- Vení, salí que vamos a la cama, se está enfriando el agua.

La ayudé a salir de la bañera, luego, envuelta en una toalla, la acompañé a la cama.

- Querés dormir así? -pregunté- o te ponés ropa.

- Así está bien, me duele la cabeza como para moverme mucho más...

Levanté la frazada para que se acostara, luego hice lo mismo a su lado abrazándola contra mí.

- Podemos hablar ahora? -pregunté acariciándole la mejilla.

Ella agarró la frazada y se envolvió con esta, se sentó frente a mí. Me senté también. Sacó su mano de la frazada para dármela.

- No sé qué se me pasó por la cabeza cuando me fui, creí que podría distraerme de lo que había pasado... -comenzó- Querés taparte?

Preguntó extendiendo la frazada para que me tapara con ella.

- No, cielo, estoy bien así. Cómo te puedo ayudar? Querés que nos vayamos a pasear lejos de acá?

- Sí, pero creo que debemos ir a Argentina...

- Vos querés ir? Porque no tengo problema con eso, pero quiero que te centres en tu dolor antes de intentar ayudar al de los demás.

Asintió, se acercó un poco a mí y pude sentir el calor de su cuerpo contra mis manos mientras le acariciaba la espalda.

- Te duele la cabeza todavía? -pregunté- Querés dormir?

- Sí, quiero dormir un poco, amor.

LIZZIE

Al otro día despertamos abrazadas como nos habíamos dormido, ella tenía su nariz y boca pegadas a mi cuello.

- Buenos días, princesa -dije alejándome un poco para mirarla.

Megan se removió un poco tratando de desperezarse.

- Buenos días, amor -dijo besándome los labios.

- Te sentís mejor?

- Tal y como si no me hubiese tomado una botella de vodka -respondió sonriendo.

- Menos mal, ahora sí podemos ir a donde quieras.

- Querés que veamos a Rose? 

- Es día de semana, querés que la vayamos a buscar al colegio?

- Llegamos?

- Sí, recién son las doce, sale a la una me parece.

- Son las doce?? -preguntó sorprendida- Amor... es re tarde... Cómo nos vamos a despertar a esta hora?

Arrugó la frente fingiendo enojo, pasé mi dedo índice para borrarle la expresión.

- Teníamos que dormir más -expliqué.

Nos levantamos, llamé a Scarlett y nos dijo que podíamos ir a buscarla.

Nos cambiamos tratando de pasar desapercibidas entre las demás personas que irían a buscar a sus hijos al colegio. Nos pusimos los anteojos de sol que siempre usábamos y salimos. Cuando llegamos, nos sorprendió que Rose nos reconociera, eso significaba que muchas otras personas también lo harían.

- Hola! -dijo la niña soltando a los brazos de Megan.

- Hola, preciosa, cómo estás?

- Bien -dijo ya a upa de mi novia- Me parece que las reconocieron.

Dijo señalando a un grupo de chicas que salían también del colegio. Comenzamos a caminar rápido hacia el auto. Megan acostó la cabeza de Rose sobre su hombro y la tapó con la campera porque ambas sabíamos lo mucho que Scarlett cuidaba la identidad de su hija. Meg entró a la parte de atrás del auto con la nena. Las fans se amontonaron de un lado del auto, tuve que fijarme de no pisar a nadie mientras salíamos hacia nuestra casa.

- Por qué tanta gente las quiere ver? A mamá le pasa lo mismo... -dijo Rose sentada sobre el regazo de Meg.

- Hay muchas personas que nos admiran, como a tu mamá, y que quieren fotos con nosotras porque les gustaron muchos los personajes de los que actuamos -respondí.

- Vamos a casa con mamá o a la de ustedes?

- A la nuestra, pero si querés te llevamos a la de Scarlett, amor, como quieras -dijo Meg.

- A la de ustedes -respondió Rose sonriendo.

Al llegar a la casa, cociné yo mientras Meg jugaba con Rose.

ELIZABETH OLSENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora