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MEGAN

Desperté con la mano de Lizzie en mi abdomen y su pelo sobre mi rostro.

- Amor... -dije, había un ruido molesto.

Ella se despertó, no por mi llamado, sino por el ruido que parecía estar escuchando ella también.

- El timbre! -gritó y corrió hacia afuera de la habitación mientra se hacía un rodete y se arreglaba la ropa.

Pude haber hecho lo mismo que ella de no estar completamente desnuda debajo de las sábanas. Me retorcí un poco tratando de estirarme pero sentí el ardor en las nalgas, me había olvidado de que tenía el cuerpo cubierto de marcas.

Lizzie llegó unos minutos después.

- Era Scar -dijo-. Vino a buscar a Rose.

Asentí aún desperezándome, me olvidé de que estaba totalmente desnuda, por lo que me tomó por sorpresa el salto que dio Lizzie hacia mí rodeándome con sus brazos.

La abracé sintiendo la tibieza de su cuerpo contra el mío, otra vez su ropa estaba de más.

- Amor, es la una del mediodía... -dijo tratando de que la soltara.

- Me quiero quedar acá...

- Y qué les digo a los cinco nenes que nos esperan del otro lado de la puerta?

- Que mami quiere dormir un poco más.

- Mami durmió suficiente -dijo ella refiriéndose a mi-. Porque ayer, mamá la hizo sentir tan bien que terminó agotada.

Sonreí ante sus palabras.

Ella hundió su cabeza en mis pechos de una manera tan delicada que ni parecía sexual.

- Vamos, arriba -dijo ahora levantándome de la cama casi sin esfuerzo.

Yo largué una mezcla entre queja y gruñido por el sueño. Antes de ponerme el pantalón, ella que estaba sentada en la cama, me tomó desde la tira de la braga y tiró hacia ella para acercarme a donde estaba. Me dio vuelta para mirar mi trasero aún rojo y rió.

- Te queda hermoso este color -soltó.

Reí pasándome una mano por allí porque aún me ardía.

- Querés que después te ponga una pomada? Algo para que no duela tanto.

Asentí.

De pronto, me plantó un beso en la espalda y me subió ella misma el pantalón.

-Vamos que si me quedo mirándonte dos segundos más te dejo un mes sin poder sentarte bien.

Reímos mientras ella abría la puerta del cuarto y me dejaba pasar.

Nuestros hijos ya estaban en la cocina tomando chocolatada.

- Las preparaste vos, Li? -pregunté mirando a mi hija más grande.

- Sí... es que pensé que estaban cansadas porque deben haber vuelto tarde...

La abracé contra mi pecho y le di un beso en la frente.

- Gracias, amor, pero la próxima avisanos, sí? No tenés por qué hacer de niñera de tus hermanos...

Asintió y miró a Lizzie, creo que esperaba que le dijera lo mismo que yo, o que la retara.

- Perdón -respondió tras el silencio de mi novia.

- No... no, amor, -comenzó Lizzie-, no pidas perdón. Muchas gracias por ser tan considerada, te amo.

Lila se derretía ante las palabras de Lizzie, ella siempre tenía ese efecto en nuestra hija, y en las demás también pero no tanto como con Lila.

Tomé a Simón que comenzó a llorar, lo habían dejado en el piso con sus juguetes.

Lizzie me alcanzó una taza de té, yo me senté a la barra de la cocina ya que la mesa estaba toda llena de juguetes que ellos habían bajado aprovechando que no estábamos. Al sentarme sentí el escozor del tacto con lo que tenía rojo y ardiendo, la única en darse cuenta de mi repentina contención de aire fue Lizzie que sonrió y siguió como si nada.

- Cómo la pasaron con Rose? -pregunté.

- Bien, -respondió Lila- dijo que quiere que vayamos a su casa a jugar.

Asentí sonriendo.

- Y qué hay sobre el chico que te gustaba...? -preguntó Lizzie, hacía mucho que no hablábamos de eso.

- No sé... siento que le gusto pero me trata mal...

Pude ver la expresión de Lizzie cambiar a una más seria.

- Qué hizo?

- Nada en concreto... pero la otra vez que nos juntamos con mis amigos del colegio anterior, él vino y se la pasó pidiéndome mal las cosas...

- Entonces ya no te gusta?

- No... pero es raro, pensé que sí le gustaba.

- Puede que sí le gustes, pero no de la manera que vos merecés -el análisis estaba yendo más profundo de lo que debería ser con una nena de su edad.

Simón comenzó a moverse incómodo en mis piernas, por lo que lo senté en el piso, miraba a Lizzie y tiraba sus manos hacia ella.

Mi novia estuvo a punto de ir a levantarlo pero la frené.

- Va a hacer algo nuevo -dije mirándolo.

LIZZIE

La ilusión en los ojos de Megan me hizo frenar y mirar a Simón que estaba a punto de llorar.

- Vení, amor, vení con mamá -dije extendiendo mis brazos hacia él.

De pronto, comenzó a pararse, medio perdiendo el equilibrio, y cuando estuvo seguro, se abalanzó hacia mí dando pasos torpes, pero pasos al fin.

Lo encerré entre mis brazos cuando llegó y Megan sonreía a más no poder, sus hermanos lo aplaudieron, Simón comenzó a reír aunque no creo que haya entendido bien qué pasó.

Megan se nos acercó y le besó la frente.

MEGAN

Esa tarde nos quedamos intentando que Simón volviera a caminar, y lo hizo, pero a los cinco pasos caía, terminó agotado por tanta exaltación y alegría ya que a cada paso tenía seis personas aplaudiéndolo y alentando.

Lo tenía a upa sobre el sillón y tomando la teta casi dormido cuando Lizzie llegó con su laptop.

- Vamos a organizar el casamiento -dijo.

Me acomodé más cerca suyo, ella me besó la coronilla y volvió a la pantalla.

- Vamos a ver el lugar primero -comenzó.

Asentí.

Encontramos miles de sitios hermosos y, como el dinero no era un problema para nosotras, todos eran opciones, pero nos encantó uno que era en un bosque, encima estábamos en pleno otoño, por lo que los colores serían más cálidos y hermosos.

ELIZABETH OLSENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora