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Capítulo 18

Satoru Gojo.

Me gustaba siempre llevar las cosas al límite.

Hacerles sentir la desesperación por no poder esquivar mi poder.

Pero justo ahora, se sentía como si el límite estuviera tratando de alcanzarme, de acorralarme en mis más oscuros y perversos recuerdos.

. - Buenos días - la voz de Utahime hace que mis sentidos vuelvan.

. - Buenos días - me giro para verla. -¿Cómo te sientes?

. - Como si me hubiera estampado contra la pared - dijo sentándose a mi lado. - Gracias por dejarme quedar, no hubiera llegado bien a Kioto.

. - No es nada - le ofrecí una botella de agua.

Y volví de nuevo a mi mente.

Sentía como si algo nuevo se acercara, algo peligroso que . . . que no dudaría en destruirnos.

Y al ver a la mujer que estaba sentada a mi lado, no pude evitar sentirme aun más preocupado por ella, por su bienestar. Por que esta situación no la alcanzara.

Tenía miles de razones para protegerla; pues aunque no la pasábamos discutiendo siempre, no podía evitar . . . el sentir esto.

Había iniciado como un amor injustificado, por la torpeza de ella y mi arrogancia. Pero lo descubrí aquella noche, en la que no me toco y solo se aseguro de que durmiera bien . . . por primera vez en semanas.

Tal vez y no seamos tan distintos.

Tal vez y si lo que yo siento, no sea igual a lo que ella sienta.

. -¿Me estas escuchando? -  se paro justo frente a mi.

. - Disculpa ¿Qué decías? - Trate de enfocarme.

. - ¿Qué sucede? -  cruzo los brazos. - ¿Te pasa algo?

. - No es nada -  me levanté avergonzado . - Estoy bien - dije mientras me rascaba la nuca.

Ella me miró con una ceja levantada y probablemente se había dado cuenta de que estaba mintiendo.

Se levantó de golpe y en volvió sus brazos al rededor de mi cintura, tomándome desprevenido, llevándose mi aliento.

. - Esta bien si no quieres decirme, pero se que tú eres mucho más grande que todo eso - susurró con los ojos cerrados. - Después de todo . . . eres el gran Satoru Gojo.

Correspondí su abrazo lentamente, mientras sentía como la cara se me ruborizaba. 

Y no es porque solo era un abrazo, si no, porque era un abrazo de ella. De Utahime, de la chica que pensé que odiaba tocarme, de la chica que sin darme cuenta . . . me había enamorado.

. - Gracias, por siempre estar para mi - palmeé su cabeza.

. - Denada -  me sonrío. - Ahora salte que quiero vestirme -  me lanzo hasta la puerta.

. - Tú si sabes como arruinar un momento.

Había pasado una hora. 

Desayunamos juntos y el resto del tiempo fue normal, como si no hubiera pasado nada. Pero la calidez en mi pecho aun seguía.

La calidez de sus brazos y su aroma . . . aun los sentía conmigo.

Mi celular sonó  y solo me aseguré de apagarlo. No quería que nadie me molestara, no este día.

Justo ahora estaba frente a la puerta del cementerio. Con una botella de vodka en la mano.