Capitulo 45

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Gojo Satoru.

Koketsu ni irazunba koji o ezu.

.- Llevas más de media hora mirando los cerezos - susurro Utahime, colocando su brazo sobre mi hombro. 

. - Necesitaba despejar un poco mi mente - respondí, sintiendo la vista recorrer mi rostro.

. - No has descansado nada y apenas y si hablas, estamos muy preocupados por ti Satoru.

. - Necesito despejar mi mente, déjame solo por favor - confesé aun sin siquiera mirarla.

No escuche alguna protesta de su parte más que un ligero suspiro antes de marcharse.

Todo estaba tan ... revuelto en mi cabeza, nada tenía sentido para mí.

Podría culpar al terrible shock que había sufrido antes de entrar y después de salir de esa maldita caja confinadora, pero la verdad era que ni siquiera tenía conciencia de lo que estaba pasando durante la pelea.

Todo era sombras oscuras y rojizas sobre mi, expectantes a mis movimientos y dispuestos a atracarme en cualquier momento. Visiones de lo que había vivido dentro de aquella prisión, en dónde el martirio no evitaba ser constante y de revivir todos los momentos en los que había perdido algo o a alguien importante para mí.

Y justo ahora es como si ese martirio siguiera presente en esta horrible realidad.

Amanai . . .

Geto . . .

Haibara . . .

Yaga . . .

Y ahora, de alguna manera, Hanae . . .

Parecía que titulo estupido de ¨el más fuerte¨ no era más que un adorno.

No podía evitar sentirme frustrado, triste y sobre todo molesto conmigo mismo. Por qué en mi mente no dejaba de repetirse aquella imagen, la imagen de ella tomando la mano de Geto para huir.

Porque yo sabía que no le había quedado opción y que ella había decidio sacrificarse por todos nosotros.

Y eso era lo que me estaba consumiendo.

Porque ni siquiera había protegido a Mai a Maki de los Zenin, porque los niños estaban a punto de marcharse a otro país y sin siquiera poder despedirse de su madre.

. - ¿Tío? - la voz del pequeño Nori me hizo girarme.

Estaban de pie a unos cuantos metros de mi, Seiji traía en sus brazos a la pequeña Rin, quién en cuanto me vió sus ojos y su cabello cambiaron ahora siendo idénticos a los míos.

. -¿Podemos acercarnos? ¿No está ocupado? - preguntó está vez Seiji, meciendo a la bebé entre sus brazos.

Asentí y fui yo quien se acercó para sentarme en el pasto frente a ellos.

. - Sato - gritó Rin con entusiasmo, lanzándose a mis brazos.

Los gemelos rieron ante lo alocada que era su pequeña hermana, quien se acurrucaba en mi pecho con tanta confianza y comodidad.

Pero antes de que siquiera pudiera decirles algo, los brazos de Seiji y Nori me envolvieron de una manera sorpresiva, haciendo que el nudo en mi garganta se hiciera presente.

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