Especial de Año Nuevo.

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Ya saben, en los especiales no existe el mundo de la hechicería.

Pasar la mayor parte de tu vida en las calles cuando eres un niño es difícil, porque no tienes a nadie que te proteja. Un niño necesita seguridad, amor y sentir esa sensación de que al menos le interesas a alguien.

Satoru Gojo aprendió a punta de golpes, lo que era no ser nadie, aprendió a punta de golpes que a veces se necesitan hacer ciertas cosas para que las personas te respeten.

Y ahora, él lo era todo. 

Era el líder de una importante pandilla en Tokio, le daba seguridad al barrio en el que vivía, cuidaba de los niños huérfanos y indigentes. Satoru hacía todas esas cosas que nadie hizo por él cuando era un niño.

Y por supuesto que no estaba solo, tenía consigo a su equipo, a su única familia.

Su mano derecha y mejor amiga, Araki Hanae. Satoru la había rescatado cuando la chica tenía trece y los del barrio contrarío la estaban acosando, casi tocando. Ella estaba haciéndolo bastante bien, pero era ilógico que una chica pudiera ganarle a cuatro muchachos.

Y entonces después de bastante tiempo, la dejo quedarse junto a él. Le enseño los trucos y las cosas que tenía que aprender si quería sobrevivir en un mudo como ese. Él también aprendió cosas de ella, aprendió amar pero sobre todo . . . a recibir amor.

Su mano derecha, hombre, era Suguru Geto. La forma en la que ambos se habían conocido fue bastante peculiar, en resumen, Satoru quería atrapar a Geto. Pero Geto escapaba de alguien más, Satoru llego a Geto y los otros ya estaban esperando a Geto, así que no quedo de otra que trabajar juntos para salvarse el pellejo.

Crearon una hermosa hermandad que junto a Hanae, siempre mantenían sobre los problemas. Las personas le temían a ese trio, bueno . . .  solo las personas que no eran del barrio, como las de la alta sociedad. 

El nivel de respeto que todos tenían era muy alto.

Y es que nunca se metían en problemas intencionalmente, ayudaban al pueblo, cuidaban al pueblo y eliminaban la basura que los policías no podían.

Eran llamados ¨Justicia Divina¨

Y claro que el cerebro e inteligencia del equipo se debían a un cuarto integrante, que los ayudaba más con los problemas matemáticos que físicos. Su parte era pensar igual que una computadora, descifrar y forzar las puertas en algunas ocasiones.

Ijichi, era su conductor, su mano izquierda podría decirse. No habrían salido bien librados de unas cuantas misiones de no haber sido por él y sus cálculos.

Era año nuevo y todos se encontraban en la misma habitación.

. - Dime que no tenemos trabajo esta noche - suspiró Ijichi relajándose en el sillón. - Todos se están divirtiendo en la fiesta del barrio ¿No se supone que debemos de estar ahí . . .cuidando a todos?

. -Nosotros cuidamos, tú eres más como . . . la voz del socorro - bromeó Hanae con el hecho de que Ijichi no se incluía en los combates cuerpo a cuerpo.

Satoru la miró con diversión por encima de su hombro.

. - Tenemos algo más que hacer esta noche, estaremos trabajando pero . . . también nos divertiremos - respondió abriendo la puerta del armario. - Tengo las calles de todo el barrio vigiladas, así que esta bien mientras no estamos.

Satoru capturo las miradas de sus amigos sobre él, mientras sacaba unas bolsas de regalo. Le tendió una a cada uno.

. - Feliz año nuevo - les sonrió. - Cámbiense que tenemos que irnos.

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