Antes de Tiempo (pt. IV)

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Así que... ¿Como se sobrevive en una isla?

Es una pregunta que pocos pueden responder, no es algo ran glamuroso como en los programas de televisión, ni tan salvaje como en las películas; es más como un punto medio entre esa paz al meditar en un lugar solitario, y el otro lado de la historia, con ese temor constante a los pokemon salvajes, no quieres terminar siendo la cena de alguno.

Al principio no sentíamos el temor de ser vigilados, no sentíamos que fuéramos una presa, simplemente estábamos ahí; respirando al pie de las palmeras, sintiendo ese aire limpio pero salado, que te dejaba un sabor agrio en la garganta luego de un tiempo.

Pasamos quizás unas tres horas en esa posición, sin movernos mucho y sin hablar tanto. De vez en cuando nos poníamos de pie, solo para estirar las piernas un rato antes de sentarnos o acostarnos en la arena, el único temor presente era el de ser olvidados, experimentando el abandono a las primeras horas de la tarde.

—Oye levántate —Era lo que me respondia esa kirlia cuando el cielo ya se veía más oscuro, estaba iniciando el anochecer —Debemos hacer refugios o algo.

—Pero estamos solos, ya le dimos vuelta a media isla.

—Da igual, no quiero dormir sobre arena, por lo menos ayúdame a bajar algunas hojas de palmera, puedo hacer algunos tapetes para dormir hoy.

No quise discutir con ella, se le escuchaba acelerada, seguramente debí pensar más en ella, yo no tenía miedo de dormir en el suelo directo me tocó hacerlo una vez antes de conseguir este empleo, pero ella seguramente no era una chica de campamentos.

—¿Deben ser recién cortadas o puedes usar las del suelo? —Fue lo que le pregunté mientras le seguía el paso hasta unos cocoteros algo bajos.

—Lo mejor es usar las que vayamos cortando, aunque si ves una en el piso, servirá mejor la que sea más verde.

Aquella actividad la vi como malgastar energías, serían algo así como las dos o las tres de la tarde, pero el sol seguía sintiéndose fuerte, el viento no ayudaba en nada y ciertamente el nuevo carácter apurado de ella no ayudaba a calmar las cosas.

—¿podrías levantarme? Creo poder alcanzar algunas más.

—Seguro, no hay problema —Contestaba eso en cada oportunidad, antes de repetir aquella acción otra vez: bajaba las hojas al piso, le daba el cuchillo a ella y la levantaba por la cintura, dejándola en la altura perfecta para cortar más hojas con el cuchillo.

Pasamos una hora u hora y media recogiendo esos materiales, pero basto para tomar algo de confianza, yo la dejaba usar el cuchillo sin problemas, ella dejaba que yo la alzara sin molestarla, aunque... de tanto que la subí y baje, de vez en cuando nos dábamos un roce accidental, que la hacía temblar por lo repentino del momento. Sólo me disculpaba, y pretendía que no ocurrió, aunque dentro de mi... no lo negare, me gustaban esos leves contactos.

Ella tenía un cuerpo muy femenino con una altura algo reducida, puede que sus pechos fueran pequeños y poco notables, pero sus caderas eran ciertamente más anchas de lo esperado, y su trasero respingado era el actor principal en este desvergonzado teatro imaginario. Verán, cuando la levantaba, normalmente juntaba su torso al mío y luego me erguida usando las rodillas, después estiraba mis brazos para que llegara un poco mas alto.

Juntar su torso al mío era igual a palmar sus caderas, al levantarme con las rodillas sus glúteos tocaban mi abdomen, mi pecho o... un lugar algo privado; por último quedaba en subirla con mis brazos, hubiera querido darle una mordida juguetona en su retaguardia o quizás en sus muslos, aunque ella hubiera respondido con un cuchillo a mi cara... prefería pensar con la cabeza fría, aunque ella comenzará a gustarme, no podía regalarle un trato como ese, sería algo desagradable.

Maternidad PokémonWhere stories live. Discover now