Lo que hemos perdido

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¿Recuerdas como se sintió tu último suspiro antes de quedarte dormido?

Seguramente no puedas, son pequeñas sensaciones tan frecuentes que seguramente tampoco podrás recordar cuando te acostumbraste a ellas. Pasa la mismo con otros estímulos, como la vez que te aburriste de ese helado que alguna vez fue tu sabor favorito.

Es lamentable cuando tampoco puedes imaginarte como fue ese último día de felicidad, pero yo...

Yo si lo recuerdo...

Intento convencerme de que su cara se me ha olvidado, que seguramente no lograría reconocerle en la calle, menos cuando pasa por mi puerta o cuando el peculiar golpeteo de sus dedos en la misma intenta llamar mi atención.

Ignoro todo lo que nos pasó, salvo por pequeños detalles, algunos son más importantes que otros; pero que luego estén esos momentos en los que no puedo voltear a otro lado fingiendo que se me han olvidado, solo alejo la mirada dejando que mi cuerpo queme mis mejillas con aquel rojo de vergüenza o de consuelo, a veces también se marcan cuando pienso con el desconsuelo de mis peores noches.

Se siente tan vivo recordar que las lágrimas simplemente comienzan a rodar, contrastanto el sonrojo de mi rostro con la frialdad del líquido que me nubla la mirada, ni siquiera puedo ver con claridad el techo que alguna vez compartimos cuando ambos estábamos en esta cama, contando nuestro día, hablando de nuestros amigos o solo tocando nuestras manos, mientras escuchábamos la calma en la respiración del otro, pensando en cómo soñar con ese futuro que nos prometimos aquel día en blanco y negro.

Suspiro, quisiera borrar de mi mente ese y más sucesos, vivimos tantos momentos que perderte solo logra unirme más y más al pasado amargo que me estruja la garganta y me hace gritar y sollozar en la cólera de no tener lo que nos habíamos prometido.

Luego de eso solo respiro, con más calma daré otro suspiro antes de sacar de mis ojos las últimas lágrimas, quizás me aferré a tu almohada mientras cierre los ojos, para revivir la última noche de calma.

La sensación al despertar luego de haber llorado tanto llega a sentirse como tener vidrios en los ojos, quedan pequeños restos salinos por las lágrimas, por eso mis ojos duelen, estoy destruyendo la mirada que te dedicaba en las mañanas, pero de alguna forma eso hace que me sienta mejor, pues me levanto con una falsa tranquilidad de que no le debo nada a otra persona, pero a la vez sintiendo el vacío de no poder dedicárselo a alguien.

A una persona especial que tu y yo estábamos destinados a conocer un día, pero...

Tu si la viste una vez...

Yo solo lloré y me aparte del momento, no quiero imaginar como era ver morir a una parte de mí, aún así no puedo olvidar de ninguna forma escuchar como daba su último aliento.

Sonaba como tu, como cada noche antes de dormir, cuando me recostaba en tu pecho y fingía descansar mientras escuchaba como se alentaba tu respiración, como tu corazón se relajaba y finalmente se dejaba oír esa última respiración.

Era... como un silbido.

Profundo y prolongado, rozaba mis cabellos antes de iniciar con esa serie de inhalaciones largas y suspiros cortos, el aire que entera y salía de tu boca muchas veces sirvió para consolarme y hacerme dormir luego de aquel suceso.

Pensaba que si sentías calma, también podrías transmitirla, se me contsgiaria tarde o temprano, o con el tiempo me enseñarias a como fingir esa tranquilidad que veía en tu rostro al dormir, o el que mostrabas antes de salir al trabajo, dejándome más sola de lo que alguna vez pude pensar.

Era tan natural verte de esa forma, solo volviste a la vida que teníamos meses antes de eso, me provocaba una ira que no podía ver tu cara, dejando que mi naturaleza tomara las riendas, empacando esa ropa diminuta, doblando las pequeñas sabanas y metiendo el resto en cajas que abandone en el hospital, seguramente le servirían a cualquiera, menos a mi.

Maternidad PokémonWhere stories live. Discover now