Capítulo V

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La mente de Jungkook era un desastre.

Desde el celo de Yoongi no podía parar de pensar en su propio celo.
Faltaban dos meses pero la preocupación había tomado su cuerpo en cuestión de días.

No podía dejar de pensar en lo que se sentiría mantener encerrado a su lobo por toda una semana, cuando incluso su parte humana no dejaba de pensar en el omega que rondaba los pasillos del palacio.

Yoongi se había vuelto su fantasía andante.

El príncipe Jeon nunca fue de tener parejas o de salir con omegas.
Como heredero al trono, necesitaba centrar su tiempo y esfuerzo en su futuro trabajo como rey.
Perder el tiempo con novios era ridículo.

Podía admitir sin vergüenza que nunca había tenido pareja formal y que su historial sexual era escaso para su edad.

Por eso podía admitrse a si mismo, que Yoongi le había alterado las hormonas como si fuese un adolescente nuevamente.

Pero, aunque su lobo estuviera aullando a diario por clavar sus colmillos en ese blanco cuello, que su parte humana se vuelva loco por enterrar su polla en él y sus hormonas lo intenten obligar a restregarse contra su pequeño cuerpo hasta venirse contra su piel; su conciencia le gritaba que no.

Jungkook se había propuesto que lograría que Yoongi se considerase una persona autónoma, y tener sexo con él a esta altura, sería un retroceso.

Estuvo tanto tiempo entregandose a sus dueños sin sentir una pizca de placer, que si algún día llegaba a la cama con Jungkook, este quería que sea la mejor experiencia de su vida.

Aunque no sabía como hacerlo...

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Yoongi vio a Jungkook caminar a paso apresurado siendo seguido por un hombre de traje y con las manos llenas de papeles.

Suspiró sin saber que hacer.
Hacía días que se había quedado sin palacio que investigar.
Había un sinfín de habitaciones a las que no podía entrar, y a las que si, no había demasiado entretenimiento.

Sabía que en el primer piso había una biblioteca enorme llena de libros que salían más de lo que costaba la comida con la que fue alimentado los últimos años.

Aunque le gustaba ir a ver el imponente lugar lleno de estantes y estantes de libros antiguos, la verdad que no podía leerlos.

Sabía leer, si, pero le costaba horrores y, pensar en leer un libro entero, le provocaba dolores de cabeza.

Sin nada que hacer, decidió salir al jardín.
Le pidió a una de las betas si podía conseguirle una sombrilla para que el sol de Noxus no quemara su sensible piel y, cuando la tuvo, salió fuera con ilusión en la mirada.

Había atravesado la puerta principal, los empleados y la seguridad lo habían visto salir, y ninguno se lo impidió ni lo miró con mala cara.
La felicidad inundó su cuerpo y lo hizo sonreír mientras recorría el jardín.

Si, seguía siendo una propiedad, pero jamás había tenido un dueño tan bueno y bondadoso que le permitiera tal libertad.

Sonrió y se sentó entre las flores al pensar que, si le avisaba a Jungkook que quería salir del palacio, él diría que si al instante.

Estaba feliz. Sentía que su vida había mejorado en cuestión de minutos. Pero cuando sintió una punzada en su útero que lo hizo bajar la mirada, suspiró aguantando las ganas de llorar.

Jungkook podía ser un increíble dueño, pero era un alfa y, a menos que consiga otro omega que le dé cachorros, esperaría que él se encargue de ese trabajo.

Saga Ωmega | KookGi |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora