Capítulo XIII

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El pasar de las semanas se sentía en el ambiente. Yoongi etsba por entrar a los siete meses y su vientre era cada vez más notorio. Jungkook estaba a días de su coronación y era evidente dentro y fuera del castillo.

La gente hablaba y hablaba. Algunos murmuraban por lo bajo, avergonzados de pronunciar palabras a favor del heredero y otros vociferaban a los gritos en contra de él.

Jungkook odiaba tener que darle la razón a su padre pero se volvía muy difícil no temer a una toma de poder cuando su hijo estaba tan cerca de llegar al mundo.

Hubo protestas y quejas a las puertas del castillo. El rey no había pronunciado palabra alguna, alegando que el día de la coronación se encargaría de su pueblo,  pero no podía permanecer tranquilo mientras que su cachorro estaba a nada de nacer.

Sin embargo, Yoongi lograba tranquilizar sus nervios.

El omega comenzaba a mostrarse más interesado por su familia, por su heredero, por su príncipe. La terapia del alma comenzaba a funcionar notoriamente, trayendo al lobo de Yoongi a la vida en una presencia más constante.

Jungkook comenzaba a acostumbrarse a  esos ojos dorados en la oscuridad de la noche y le encantaba.

Estaba de pie frente al ventanal central, viendo unos hombres quejarse ebrios frente a las puertas del palacio mientras que los guardias los mantenían a una segura distancia.

Con los brazos cruzados a la altura de su pecho y la mirada alzada, soltó un suspiro cansado, hasta que la presencia de su prometido y su aroma a jazmín calmaron su cuerpo tenso.

Yoongi tenía apoyadas sus manos en su vientre, con la mirada en los hombres del exterior y los obres miel brillando en un dorado sutil.
 
—Serás el rey— soltó Yoongi sin verlo. —Y podrás vengarte de todos ellos.

Jungkook abrió los ojos sorprendido ante sus palabras sínicas, lo vio de reojo y mordió su labio inferior.

Yoongi tenía una guerra entre sus sentimientos lógicos con los instintivos de su lobo creciente. No podía esperar de él diplomacia cuando sus hormonas estaban en el auge de un embarazo.
 
—No quiero ser esa clase de rey— susurró posando su mano en el hombro ajeno.
 
Yoongi parpadeó ante sus palabras, devolviendo la opacidad miel a sus ojos y apoyándose contra el príncipe que rodeó su cuerpo con sus brazos.
 
—Lo sé— dijo con una sonrisa suave. —Y te amo por eso.
 
—Mañana regresará Jimin— soltó Jungkook haciendo que Yoongi se separe para verlo emocionado, haciéndolo reír.

—¿Hablas en serio?— preguntó viendo a su prometido asentir.
 
—Comienzo a ponerme celoso de mi hermano— dijo con tono divertido.

—No veo a Jimin como un alfa exactamente— respondió haciéndolo reír.

—¿A mí como me ves?— preguntó viéndolo bajar la mirada.

Min tomó sus manos entre las suyas y entrelazó sus dedos, sintiendo como sus anillos de compromiso rozaban sus pieles.
 
—Eres mi alfa— susurró viéndolo a los ojos. —Mi rey, mi amor, mi sol— enumeró viendo como la sonrisa de Jungkook iba cambiando de una divertida a una enternecida. —Mi destinado, mi liberador, el padre de mi hijo y todo lo que necesito en el mundo.

—Eres mi todo, Yoongi— susurró acariciando su mejilla con su diestra. —Y juro por mi vida que mataré a quien sea que te haga daño.
 
Ambos miraron de reojo a los hombres a las afueras del palacio y apretaron los labios con nerviosismo.
 
Había una inquietud en el ambiente desde hacía unos meses. Uno que había crecido lento y en silencio hasta apoderarse de cada habitación del lugar.

Miedo de que la reacción del pueblo a la futura coronación de Jungkook, sea una gota de agua en el mar de problemas que traería su boda.

Saga Ωmega | KookGi |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora