Capítulo I

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Yoongi se consideraba a si mismo una persona totalmente resiliente.

A veces se detenía a la mitad de la noche, entre semen y lágrimas, y se sorprendía a si mismo de poder sumar otro día a su calendario.

Era fiel creyente de que si había una mínima posibilidad, cuán diminuta fuera, de avanzar y salir de la vida que llevaba, debía darlo todo para lograrlo.

Sin embargo, no sería fácil, y no podía ser más conciente de ello.

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Los zapatos pesados de Jungkook resonaban sobre el marmol blanco brillando contra la luna de esa fria noche.

Su ropa fina y su mirada cortante denotaban que su presencia en aquél lugar era un mero acto político.

Jaehyun, su padre, mantenía su pecho lleno de aire y su mirada molesta ante la actitud de su hijo mayor.

-Deja de actuar como un crio- Dijo al verlo llegar al cuarto grande y casi por completo vacío. -Ya no tienes diez años, Jungkook.

-Si esto es lo que conlleva ser un adulto, prefiero ser un crio- Espetó con asco, deteniendose a unos cuantos metros del hombre.

Las luces estaban apagadas. El reflejo de la luna en el pulido suelo brillante era más que suficiente para reconocerse, sin hacer evidentes los gestos de desagrados de su padre.

-Es el último Min que queda, Jungkook- Escupió Jaehyun molesto. -Deberías estar agradecido de poder tener esta oportunidad.

-No quiero esta oportunidad y lo sabes- Gruñó clavando sus uñas en sus palmas.

-Es tu jodida obligación como futuro rey hacerte cargo de esto- Dijo el hombre acercándose a él para tomarlo de los hombros. -Algun día tomarás el reino en tus manos y deberás ser fuerte.

-Lo que le hicieron a ese pueblo...- Soltó sin poder sostenerle la mirada. -No es ser fuerte, papá- Dijo antes de alzar la mirada. -Es ser animales.

Jeon Jaehyun era el rey de Noxus. Un hombre despiadado que había aprendido a hacer cumplir la ley a base de miedo y castigos bestiales que aterrorizaban a su hijo.

Hijo que no se sentía capaz de verlo a los ojos sin sentir nauseas de solo pensar cuanta gente había muerto a causa de su liderazgo.

Pese a esto, la falta de sentimiento que mostraban sus obres al hablar de aquello, más que dolor en el estómago, le generaba rabia en las venas.

-No tienes opinión en este asunto, Jungkook- Dijo su padre apretando tan fuerte el agarre que lo llegó a lastimar.

Pero Jungkook no dejaría que lo ponga de rodillas. No volvería a ser ese niño sumiso y temeroso ante su padre omnipotente.

-Solo piensa en algo, padre- Dijo golpeando la muñeca del rey para safarse de su agarre. -Si este pobre omega es el último Min que queda, es nuestra culpa.

Jungkook simplemente salió del cuarto, dejando a su padre solo junto al eco de sus zapatos contra el suelo.

Dentro de la realeza, era difícil decidir cuando algo era una victoria o una derrota.

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Una sirvienta peinaba con cuidado y delicadeza los blancos cabellos de aquél omega que deslumbraba con una simple sonrisa.

Era una pena que aquél gesto no viera la luz desde hace años.

-Yoongi- Dijo con voz suave la mujer mayor a sus espaldas. -Te extrañaremos.

Saga Ωmega | KookGi |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora