Capítulo XI

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—¿De qué es la cicatriz en tu vientre?

Yoongi parpadeo incrédulo cuando la voz de Jimin hizo eco en el baño. Su cuerpo se tensó y una risa seca escapó entre sus finos y rojos labios.

—Es la primera persona que tiene el descaro de preguntarme eso de frente— Soltó el omega haciendo al mayor reír entre dientes.

—Un grupo de desconocidas me limpió las nalgas por años de niño— Rió el alfa alzando los hombros. —No conozco el espacio personal.

Min no pudo evitar reír ante el comentario. El tema nunca fue algo que le perturbara como tal, pero no era algo que contar en una cena o a alguien que recién conoces; pero que Jimin le haya preguntado directamente era más que suficiente para Yoongi para sacar ese algo que tanto tabú había generado con todos los que lo han llegado a ver desnudo en su vida.

—Es una larga historia—Susurró el omega cerrando los ojos con una suave sonrisa dibujada en los labios.

—Tenemos más de veinticuatro horas— Respondió alzando sus hombros y sentándose en el suelo a su lado para verlo atentamente.

Yoongi asintió y lo vio de reojo pensativo. No sabía exactamente por donde comenzar o cómo explicarle algo así sin que sonara como una trágica masacre porque él no lo veía de esa manera.
El omega había vivido demasiados años de su vida sufriendo cada respiro que daban sus pulmones, deseando acabar con todo de una vez. Conteniendo el aire en un intento de acercarse el final; pero esa bocanada de aire que para muchos representaría el alivio, para Yoongi era una puñalada en el corazón. Un recuerdo de que no tenía el valor de acabar con todo por no querer cargarse el sacrificio que representaba esa cicatriz en su vientre.

Había logrado que esa marca larga y fina en su blanca piel sea un recordatorio que debía vivir, que debía seguir; y fue útil por muchos años, hasta que acabó en la vida de Jungkook y la cicatriz dejó de ser importante. No necesitaba más un mantra motivacional, el príncipe se encargaba a diario de recordarle que es una persona y que, como tal, tenía el derecho de vivir y luchar por su libertad.

Con cada roce inocente, con cada mirada de cariño, con cada palabra aterciopelada, con cada gesto bienintencionado, el alfa grababa a fuego en su mente que era más de lo que todo el mundo le había hecho creer por años.

—Mi madre— Susurró Yoongi con una sonrisa suave y algo cansada.

Jimin abrió los ojos sorprendido, guardando silencio para dejar que el menor junte la respiración antes de hablar, pero el irritante sonido de golpes en la puerta interrumpió el tranquilo ambiente, haciendo que Yoongi pegue un respingo en su lugar y el alfa se gire atento.

—No salgas de aquí—Dijo el príncipe poniéndose de pie.

Yoongi asintió en silencio, apretando sus muslos en su pecho desnudo y pegando su espalda contra la tina mientras Jimin salía del baño y se dirigía a la puerta.

El alfa respiró hondo para asegurarse de que las feromonas de Yoongi no llegaran hasta la entrada y dio las gracias a que haya tomado un baño apenas llegaron, porque, de otra forma, toda la cabaña estaría impregnada del aroma del omega.

Abrió la puerta con un puño apretado y en posición de defensa por si era un alfa con el cual pelear para alejarlo de Yoongi, pero abrió los ojos como platos antes de rodarlos junto a un suspiro cuando vio a su hermano con expresión de pocos amigos y el cuerpo tenso a más no poder.

—¿Dónde está?— Preguntó Jungkook con la voz dura y tensa.

Jimin alzó las cejas sorprendido por la cantidad de feromonas que su hermano estaba desprendiendo en un intento de obtener su obediencia, pero Jimin era mucho más dominante que Jungkook, haciendo que simplemente sonría con superioridad, hinchando su pecho y dando un paso hacia afuera para que este no entre.

Saga Ωmega | KookGi |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora