Capítulo II

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El viaje a Tragon llegó a su fin más rápido de lo que habían esperado. La habían pasado tan bien, se habían divertido y probado muchas de las costumbres y comidas propias de aquél lugar.
Algunos ancianos le hablaron a Yoongi sobre sus abuelos y su reinado, finalizando con un bello mensaje de que aquél siempre será el hogar de cada Min.

Ambos la habían pasado de maravilla, pero el hecho de que Yoongi se haya podido conectar con aquellas raíces que le fueron arrebatadas desde antes de nacer, había sido sumamente especial.

Se había dado la vuelta en el carruaje de regreso, viendo por la ventana las altas montañas nevadas de Targon a medida que los kilómetros lo alejaban más y más del frio seco del lugar.

-Volveremos- susurró Jungkook al verlo decaído. -Cuando el cachorro nazca.

Yoongi suspiró y asintió, sentándose nuevamente y apoyando su cabeza en el hombro de su alfa, haciendo que este acaricie su muslo y bese su coronilla.

-Podemos llevarlo a Jonia cuando nazca- dijo, haciendo a Min abrir los ojos de par en par para verlo emocionado. -Quieres que nuestro hijo forme parte de nuestras culturas ¿Verdad?

Yoongi asintió sin dudarlo, inclinándose para dejar un rápido beso en los labios del alfa que correspondió gustoso el gesto, entrelazando sus manos con las ajenas.
Aun llevaban los anillos de compromiso en sus anulares, haciendo que el toque sea contrastante entre el calor de sus manos y el frio del oro.

-Debemos colgarlos- susurró el omega sobre los labios de su prometido, recordando que el collar que usaban para tener el anillo cerca sin que sea visible, seguía rozando con la piel de su pecho y con la marca en su cuello.

La herida aún abierta de Jungkook estaba cubierta por gasas para evitar una infección, pero también ayudaba a disimular el lazo con Yoongi que sería evidente en cuanto a marca comience a cicatrizar.

Si bien la herida de Yoongi ya estaba sana y la marca del lazo estaba dibujada en su piel con un rosa pálido que no le sentaba nada mal, la misma ropa solía cubrir gran parte de ella; sin contar que no tenía demasiado contacto con los reyes para que estos vean la unión.

-Les diré hoy- soltó Jungkook, haciendo que su omega se gire a verlo sorprendido. -En la cena, les diré que nos comprometimos y que estamos esperando un bebé.

-¿Estás seguro?- preguntó Min en un susurro.

Jungkook asintió sin dudarlo. Cada día escondiéndole esto a sus padres, sería un día más de sufrimiento en su relación con Yoongi a causa de no poder ser libres en su afecto.

-Solo te pido que no estés ahí- dijo en voz baja.

Yoongi frunció el ceño, sintiendo como su pecho se hinchaba de esa sensación de protección que Jungkook sintió como reflejo, al igual que sus lobos que aullaron en señal de defender su territorio.

-No creo que te haga bien estar ahí, Yoon- dijo el alfa, rodeando su cuerpo con su brazo para pegarlo a él. -Y nuestra prioridad ahora es mantener todo lo mejor posible para que nuestro hijo nazca fuerte y sano.

Yoongi asintió dudoso, pero, aun así, se recostó contra el duro pecho del alfa que se sentía como la almohada más cómoda en el mundo, agradeciendo que el hombre de su vida sea el mejor con el que podría siquiera soñar.


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El silencio del amplio lugar provocaba el eco de los cubiertos chocando contra los platos. La familia Jeon cenaba en silencio, concentrados en su comida y sin intercambiar siquiera miradas.
Excepto por Jimin, quien había regresado esa misma mañana, enterándose de que Jungkook pensaba confesarles a sus padres la situación tan particular en la que se encontraba, haciendo que este vea a todos aquellos que estaban en la mesa de forma curiosa y expectante.

Saga Ωmega | KookGi |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora