Capítulo III

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Yoongi se había despertado durante la madrugada a causa de una horrible pesadilla que lo alteró al punto de despertar gritando, con el cuerpo sudado y el corazón a mil por hora.

Jungkook lo abrazó mientras intentaba calmar el llanto que se apoderó de él al comenzar a tomar conciencia de la realidad, cuando se encontró con la calma de la habitación y el silencio que solo se vio interrumpido por las suaves palabras de cariño que le regalaba su prometido mientras acariciaba su cuerpo con sus manos.

-Solo fue una pesadilla- susurró Jungkook, dejando suaves besos en su rostro, logrando que Yoongi se esconda en su pecho.

Min temblaba, tenía los ojos muy abiertos y una de sus manos apretando su vientre, haciendo que su alfa se preocupe al instante, separándose de él para poder tomarlo del rostro y hacer que sus miradas se conecten gracias a la suave luz que entraba por la ventana.

-El cachorro está bien, omega- sentenció Jeon, haciendo que el cuerpo de Yoongi lentamente se calmara.

Lo mantuvo entre sus brazos, escuchando sus sollozos, pero ya notando su cuerpo más calmado y como su respiración se volvía lo normal para quien lloraba como él.

-¿Quieres que bajemos por agua?- preguntó el príncipe, haciendo que su omega asienta en silencio.

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Yoongi tardó unos cuantos minutos más en calmarse por completo tras beber todo un vaso de agua fresca.
Jungkook estaba sentado junto a él, acariciando su muslo y viendo como sus ojos iban, lentamente, volviendo a la normalidad, sin ese cristal de lágrimas recubriendo sus obres.

-Era como la noche de la invasión a Jonia- dijo en un susurro.

Jungkook tragó duro, pero lo dejó continuar sin atreverse a interrumpir por miedo a que no se atreva a hablar tras eso.

-Pero, cuando mi madre intentó quitarme el útero...- soltó con la voz entrecortada sin atreverse a terminar.

Jungkook vió sus manos aferradas a su vientre y no necesitó más palabras para comprender lo que había ocurrido en aquel horrible sueño que lo había afectado a tal manera.

-El cachorro está bien- repitió, con sus oscuros obres tiñéndose de plateado ante los ojos ajenos. -No dejaré que nunca nada le pase.

Yoongi tragó duro y soltó su vientre para poder tomar al alfa en sus brazos, sintiendo los ajenos rodeando su cintura y como sus pechos se calmaban. Sus lobos cesaban sus llantos de sobreprotección y se sentían en paz en el cuidado ajeno, haciendo que ambos se relajaran por completo.

-Gracias, alfa- susurró Yoongi.

Jungkook no respondió. No creía que hubiese hecho nada que ameritara un agradecimiento como para aceptar aquellas palabras, pero tampoco estaba seguro de a qué se refería el omega con aquella frase.

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Jungkook bajó por la escalera mientras sus pasos resonaban en el mármol blanco que cubrían los escalones. Al llegar al comedor, vio a su hermano desayunando con una expresión calmada hasta que se percató de su presencia, sonriéndole en señal de saludo con el pan en su boca.

-¿Y Gi?-preguntó al tragar, viendo al mayor sentándose frente a él.

-Le he dicho que siga durmiendo- confesó viendo a una de las empeladas dejando su comida en la mesa. -Ha tenido una pesadilla espantosa durante la madrugada y no ha dormido bien desde entonces.

Saga Ωmega | KookGi |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora