Veintiséis

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26.    Un año

Decidí tomar un año sabático.

Después del funeral y lectura del testamento de papá, los abuelos lo entendieron, incluso respetaron la voluntad de su hijo de dejarme con los Everly el tiempo que yo deseara. En pocas palabras ellos eran mis tutores legales, al menos hasta que cumpliera los veintiún años.

Por un par de meses me había recluido en mi habitación, negándome a socializar de alguna manera, lo llamaron duelo, cuando volví al exterior me recibieron con calidez, la universidad había comenzado, Phany, Matt y Mark, se habían ido, su escuela quedaba a un par de horas de casa, en cambio Mariana estudiaba en el campus de la ciudad.

Tyler también se había ido, pero él no estaba solo a un par de horas de casa, había ido a otro continente, perdí contacto con él en todo este tiempo, mis amigos volvían cada cierto tiempo y para celebraciones importantes, todos se esforzaba por hacerme sentir mejor, protegida.

Pero como es obvio yo estaba a la deriva, todos parecían tener un plan de vida, mientras que yo estaba estancada, casi había pasado medio año desde que todo cambio, y no pensé que la pequeña Everly sería mi solución.

-¿Emma?- la veo agitando sus manos frente a mi rostro, así que dejo a un lado el dibujo que coloreaba y me quito los audífonos.

-Hola, nena, ¿sucede algo?- sus mejillas se ponen rosas de inmediato- ¿Maddie?

-Ya iniciaron mis lecciones de patinaje- la observo con mayor atención, lleva ropa deportiva ideal para practicar en la pista- pero mi entrenador ...

-¿No te gusta?- le sonrió y tomo su mano para acercarla y ayudarle a recoger su cabello, en una mejor coleta.

-Si, es bueno, pero...- hace una pausa mientras termino de peinarla, se gira y con sus grandes ojos marrones suplicantes dice...- No eres tú.

Su declaración me sorprende, y me ruborizo casi tanto como ella, al alzar la vista me encuentro con su madre, mirándonos con dulzura.

-Eres mi patinadora favorita y yo quería aprender de ti- le doy un abrazo, agradeciendo al cielo por tenerla, por motivarme a volver.

-Yo seré tu entrenadora- Maddie me abraza con más fuerza y da pequeños saltos emocionada.

[...]

-Trata de mantener tus rodillas juntas, con fuerza Maddie- corrijo el rumbo de uno de sus pies para ayudarle a mantener esa posición, mientras tomo sus manos para guiarla- lo haces increíble.

Sus padres nos observan desde las gradas, se ven emocionados, por un segundo puedo ver a mamá y papá en ellos, siento calidez en el pecho al recordarlos así.

-¿Quieres intentarlo sola?- aunque temerosa, Maddie acepta y suelta mis manos para hacerlo, puedo escuchar a sus padres jadear preocupados.

-¡Maddison!- gritan con pánico cuando ella cae, los detengo justo antes de que entren a la pista- ¡Ayúdala!

-Solo vean- los tranquilizo y les dejo ver- debe hacerlo sola- me acerco lentamente por si la pequeña solicita de mi, pero logra ponerse de pie ella misma y vuelve a intentarlo, ganando cada vez más confianza. -¡Se los dije!-Todos celebramos el gran momento de Maddie, ella principalmente, patino hasta alcanzarla, y continuamos trabajando por una hora más.

-¡Emma!- Julio besa mi mejilla cuando se acerca, mi aprendiz está saliendo de la pista para ir con sus padres y descansar- necesito que me hagas un favor.

-Lo que sea- respondo de inmediato.

-Estos pequeños jóvenes patinadores no creen que yo he entrenado a las mejores de esta ciudad- se lleva una mano al pecho "ofendido"- y les dije que se los probaría en cuanto te vi- escucho los murmullos atrás de él, tenia un grupo de niños, alrededor de 10 y 12 años- eres mi mejor patinadora- me guiña un ojo.

Viviendo con un Playboy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora