Ocho

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Nota: este capítulo y el siguiente tocan un tema sensible y de gran importancia social, sepan que de ninguna manera promuevo o apruebo el acoso, no solo en mujeres, sino a cualquier ser vivo.

8.    La fiesta

Habían pasado dos horas desde que salimos del estadio al festejo, que en realidad se trataba de una fiesta en casa de uno de los amigos de los gemelos, solíamos venir a este tipo de eventos más seguido de lo que me gustaría admitir

Por lo general lo disfrutaba, pero ahora todos mis amigos tenían una cita, lo que se resume en que me abandonaron ni bien llegaron al lugar, Stephany y Mark bailaban animadamente, Mariana estaba hablando con un chico que siempre le había gustado y Matt jugaba con sus amigos beer pong.

Yo por otro lado solo estaba aburrida observando todo desde la puerta trasera de la casa, no me encontraba de ánimo para festejar, no después de la llamada con papá, él en verdad se veía muy mal. Tome la decisión de hacer una llamada desesperada.

-¿Hola?- quizá debí pensarlo mejor, pero en verdad quería irme.

-Hola, yo...

-¿Emma?, ¿eres tú?, ¿cómo conseguiste mi...?-pero antes de poder responderle él lo hizo- olvídalo, es obvio que mi madre te lo dio.

-Sip- respondo, no se porque estaba tan nerviosa de hablar con él, quizá por nuestro íntimo momento en el estadio, o porque su madre nos sorprendió justo en ese momento.

-¿Sigues ahí?- asiento, pero me siento estúpida de inmediato al comprender que no puede verme- ¿Emma que sucede?

-¿Podrías venir por mí? – lo escucho dudar así que me adelanto- estoy en una fiesta, pero no me siento cómoda y... puedes negarte pero significaría quedarme hasta que mis amigos quieran irse y no me siento...

-Emma, tranquila, estás hablando muy rápido, casi no te entendí.

- Lo siento, ¿Podrías venir?

-Claro, mándame tu ubicación y estaré ahí cuanto antes- cuelga antes de poder agradecer, así que hago lo que me pidió y vuelvo a la fiesta para buscar a mis amigos, pero no los puedo encontrar.

Voy a la cocina esperando encontrarlos, me equivoqué, solo tomé una botella de agua bien cerrada y traté de ir a la puerta principal para no hacer esperar a Tyler, la palabra clave es traté, para hacerlo había que cruzar el mar de personas que bailaba, pero antes de intentarlo, me sujetaron fuertemente por el cabello haciéndome retroceder a la oscuridad y soledad de la cocina.

Sentí el miedo correr por mis venas inmediatamente, en mi sistema se activó el modo de alerta, no fui capaz de comprender lo que sucedía, no escuche nada de lo que el hombre frente a mi decía, cuando estuve plenamente consciente de la situación y mi cuerpo pudo reaccionar, trate de luchar y de sacar las manos de mi agresor de mi cuerpo, lo logré por un momento, lo empuje lejos de mí, pero antes de salir corriendo logró tomarme por él brazo y me arrojó con fuerza a las puertas de madera de la alacena, sacando el aire de mis pulmones, un ardor se expandió desde mi costado al golpearme con la perilla.

-¡Quédate quieta perra! - su puño cerrado golpeó con fuerza mi mejilla izquierda haciéndome girar el rostro velozmente - serás mía esta noche, me haz estado provocando y ahora tendrás lo que pedías.

Llorando le supliqué que me dejara, yo no lo había visto antes, jamás le había coqueteado, ni pedido nada, no podía entender que era lo que había hecho para merecer lo que pasaba.

Traté de seguir en mi lucha por salvarme, cuando sus manos comenzaron a tratar de desabrochar mi pantalón, él ya había tratado de quitarme la parte superior de mi ropa, gracias al cielo me había puesto varias capaz por el frío y sus manos solo me tocaron por encima de mi blusa interior. Gritando y llorando a todo pulmón rogaba por ayuda, la música de la fiesta era tan estridente que ahogaba mis gritos, le supliqué a mamá, allá donde ella estuviera, que me salvara, que me sacara de ahí, qué no me abandonara.

Mis súplicas funcionaron, porque una persona apartó al chico de mí, y se colocó como barrera entre él y yo, los escuchaba gritar, pero yo solo me hice un ovillo en el suelo, abrazando mis piernas y tratando de acomodar mi ropa.

Alzando la vista la ví de pie, estoica, enfrentándose a gritos con el hombre, quien aún trababa de venir por mi, pero ella se lo impedía, segundos después dos castaños entraron a la cocina y tomándolo por el cuello lo sacaron por la puerta trasera de la casa, amenazando con molerlo a golpes.

Sentí algo caliente sobre mis hombros, la rubia que me había salvado puso su abrigo sobre mi, me abrazó y acarició mi cabello, dejándome llorar tanto como quisiera.

-Emma- era Tyler, quien al fin había llegado por mí, al verme supo que algo había pasado, trató de acercarse, pero la chica lo detuvo. -Cristal, ¿qué sucedió? - no me importó que ella describiera lo que había visto cuando me encontró en la cocina, el rostro del rubio cambió de pronto a preocupación y después a uno de ira.

-¿Puedes llevarme a casa?- me pongo de pie, Cristal me tomó de la mano, Tyler solo asintió, lo vi quitarse su abrigo y dármelo también, me abrace a mi misma y me aparte cuando Tyler intentó abrazarme, no quería el contacto de alguien más, no por ahora.

-¡Emma! - mis amigos estaban ahí, solo hice un gesto con la mano y seguí caminando, detrás de Tyler, cuando llegamos a su auto y me sentí a salvo en el asiento, dejé de apretar mis puños, ya las uñas me habían hecho cortes en las palmas.

El camino a casa fue silencioso y agradecí el espacio que Tyler me estaba dando, al llegar corrí escaleras arriba directo a mi habitación, me metí a bañar, no sabía cuanto tiempo estuve bajo el chorro del agua, pero me había tallado tantas veces el cuerpo que mi piel estaba roja, vi incluso pequeños moretones hechos por el ataque reciente, el peor estaba en mi espalda baja en uno de los costados, cuando me golpee con la perilla de la alacena, me dolía muchísimo incluso al rozar mi ropa con la herida.

Me sentí débil y adivine que sería, no sólo por lo que sucedió, sino porque no había comido nada desde la mañana, por los nervios de la competencia, así que sin realmente tener apetito, me obligue a buscar algo y evitar desmayarme.

Entrando a la cocina encontré a Tyler estaba frente a la isla lavando su mano, vi que había una herida en sus nudillos, me acerque para ayudarlo.

-Gracias, por haber ido por mi- los recuerdos de la noche se arremolinan en mi mente y no puedo evitar llorar mientras termino de vendar la herida del rubio- no sé que hice para merecer eso, juro que yo no le estaba coqueteando - digo entre sollozos.

-No, Emma, nada fue tu culpa, él no tenía derecho de tocarte, nadie tiene derecho de hacer nada de lo que no estes... - lo veo directamente a los ojos y el parece notar el golpe en mi mejilla- ¡ese malnacido! - intenta tocar mi herida pero retrae la mano. - No fue tu culpa. – Se aleja un momento y vuelvo con una bolsa pequeña de fruta congelada, para ponerla sobre mi mejilla.- No fue tú culpa, Emma.

Trato de grabar su palabras y dejo que hagan efecto sobre la culpa que me acompañaba. No es mi culpa, me repito internamente.

No es mi culpa.

NO es mi culpa.

NO ES MI CULPA.

-¿Quieres comer algo?-asiento recordando mi objetivo. Juntos preparamos sándwiches y tomamos una bolsa de papas fritas, me invita a ver una película, acepto, porque no quiero estar sola y enfrentarme a mis pensamientos.

Pasamos un momento agradable y aunque no puedo olvidar lo que ha sucedido, me permito disfrutar de su compañía, Tyler me hace sentir tranquila, protegida y extrañamente querida. Como si estuviera con mis padres. El sentimiento era desconocido para mí, pero estaba tan agradecida de tener en él mi lugar seguro.

-No me dejes sola- le pido tomando su mano, estábamos sentados uno junto al otro en el gran sofá.

-¿Puedo? - me extiende sus brazos y me acerco a él para que podamos abrazarnos - siempre estaré para ti, Emma- me estremezco bajo la sinceridad de sus palabras.

Viviendo con un Playboy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora