Cuatro

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4. Intrusa

Tyler Everly

Me enteré una semana antes de comenzar las clases que tendríamos a una niña viviendo en esta casa, y no precisamente quien yo esperaba, no sospeche nada cuando meses antes mamá comenzó a decorar y perfeccionar la habitación de huéspedes que estaba frente a la mía.

-¡No!- me rehusé- ella debe tener más familia, ¿por qué nosotros tendríamos que hacerlo?

-Tyler, su padre es mi mejor amigo y haré lo que sea para ayudarlo.

-Tal vez sea una treta para así sacarte dinero, ¿lo has pensado?

-Ellos no necesitan más dinero- defendió mamá

-¿Entonces por qué debemos tenerla aquí?, que se la lleve- me cruzo de brazos.

-No podemos explicártelo, Tyler, pero nos necesitan- eso era lo que me molestaba, que no me dijeran la verdad, tal vez ellos conocían al señor Daniels, pero no a la hija, no sabíamos que tipo de educación le habían dado o que mañas podría tener, se suponía que papá tenía que cuidar el bienestar de la familia, eso fue lo que el abuelo dijo que teníamos que hacer.

Así que, en las vacaciones que tuve junto a mis amigos, ellos me dieron la idea de obligar a la chica a irse, si mis padres eran imprudentes, entonces yo tendría que encargarme de proteger a mi familia de la intrusa, la cosa era saber cómo.

¿Qué la haría tomar la decisión de irse? No la conocía, jamás la había visto antes, así que era una tarea difícil, por lo pronto intentaría ser grosero, muy grosero e insoportable.

Cuando la conocí descubrí que íbamos a la misma escuela, fui obviamente desagradable con ella desde el primer minuto y cuando pasamos un tiempo a solas rumbo al colegio inicie mi ataque, directo a los hechos, el abandono de sus padres, le afectó más de lo que pensé, incluso me abofeteó y la vi llorar, quizá ese ataque sería suficiente para que se fuera.

-¿Dónde está Emma?- mamá nos esperaba al pie de la puerta, ella jamás había hecho eso conmigo.

-No lo sé y no me importa, tú dijiste que la llevara, no que tenía que traerla.

-¡Tyler!- rodé los ojos y la ignoré para ir a mi habitación.- Amor, por favor, trátala bien, ella necesita de nosotros,

-¿Por qué?- duda en decírmelo- llévenla donde su madre, que ella se haga responsable de su hija, ustedes no...

-¡Tyler Everly!, no se te ocurra decirle algo de eso a Emma- fruncí el ceño y después sonreí, ella intuyo mis acciones- se lo dijiste- cubrió sus labios- No cariño...

-¿No, qué mamá?

-La madre de Emma falleció cuando ella era niña- sentí la culpa arraigarse en mi pecho inmediatamente - fue muy difícil para ella - suspira y me toma de la mano- y su padre enfermó hace tiempo, fue a ese viaje para someterse a un tratamiento experimental y tratar de salvar su vida.

-Mamá debieron decírmelo- me paso las manos por el el cabello.

-Fletcher dejó a su niña con nosotros, porque no tiene a nadie más- la observo- la familia materna de Emma no quiere verla, ellos la culpan de la enfermedad de su madre, piensan que Julieta, no aceptó tratamiento alguno por ella, porque quería disfrutar de su hija el tiempo que se le otorgara.

-Mamá fui muy grosero con ella- tome mi suéter de la cama donde lo arroje al llegar- necesito buscarla y decirle...

-Espera a que llegue y discúlpate, de corazón, se gentil con ella cariño- asiento.

Me deja solo con mi culpa por el resto de la tarde, solo estoy esperando a que ella llegue, lo dicho por mamá no puede salir de mi cabeza, es por ella que se que Emma volvió, me envió un mensaje.

Cuando tomé el valor suficiente para poder verla fui en su búsqueda. Estaba recostada en el sofá con los ojos cubiertos por su brazo, llevaba puesto un vestido pequeñísimo con una sudadera que se le ajustaba a la cadera subiendo su vestido justo al límite de su glúteo.

Instintivamente acaricié con mis dedos su tobillo y subí por su pierna con lentitud, no me esperaba una respuesta de su parte, así que cuando me pateó el estómago me tomó por sorpresa, caí en cuenta de mi error y traté de pedir disculpas de inmediato pero su patada me sacó el aire.

Ella gritó algo pero no la escuché seguía tratando de conseguir aire, cuando estaba por irse me las arregle para detenerla.

-Lo siento- dije con total sinceridad, ella se veía insegura y confusa- te pido perdón por todo- me tomo el estómago, ella solo asiente.

Justo al terminar la cena, Emma entregó a mi padre unas entradas a una supuesta competencia de patinaje, me dio risa sólo de pensar que una niña tan descoordinada y torpe,  como ella me había demostrado ser, pudiese siquiera ponerse un patín sin caer.

-Te apuesto a que gana- dice mamá, había traído mi ropa limpia para que la guardara.

-Ay por favor, ¿la has visto?, es muy torpe.

-Solo es distraída- me ayuda a doblar una playera- además yo confío en ella.

-Dudo mucho que sea algo serio, quizá sólo es una de esas demostraciones de temporada que hacen los bailarines.

-¿Quieres apostar?- me sonríe con picardía, de ella había heredado mis travesuras y ese espíritu rebelde- si Emma gana deberas dejarla conducir tu auto y además hacerla sentirse cómoda, hacerte su amigo.

Rodé los ojos antes de hablar.

-¿Qué ganaré yo si ella pierde?- lo piensa un minuto.

-Dejarás de llevarla al colegio y no te molestare más tratando de que sean unidos, podrás tomar esa decisión solo- No me convence y lo sabe- bien además aumentaré tu presupuesto para el regalo de navidad,

-Hecho- le extiendo la mano sabiendo que no había posibilidad de perder.

[...]

Eran casi las 3:00 de la madrugada, cuando baje por agua, pero antes de volver a mi habitación escuché la televisión encendida, sabiendo que mis padres eran todo menos seres nocturnos, decidí ver de quien se trataba, la vi dormida, estaba hecha un ovillo por el frío que hacía, apague el televisor y traté de despertarla, pero...

-Déjame- lo intente de nuevo- vete- hace una expresión tierna mientras busca calor entre su cuerpo.

-Emma ya es tarde y hace frío, vamos- parecía estar congelándose, pero no tenía intención de moverse-Emma...

-Cárgame- extendió sus brazos, no sabía que hacer- papá, cárgame- debía estar soñando con él, las palabras de mamá resonaban en mi cabeza, así que sin más hice lo que me pidió.

Pasé su brazo alrededor de mi cuello y ella se aferró a mi, recostando su cabeza en mi hombro, la tomé entre mis brazos, y la llevé a su recámara, la arrope bajo sus mantas.

Viviendo con un Playboy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora