Diez

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10.    ¡Mi auto!

Tyler Everly

Pasaron dos meses desde aquella horrible noche donde un idiota casi abusa de Emma, aún me enferma solo pensar en eso, pero ella se veía más tranquila, supe que estaba yendo con una terapeuta especializada en esos sucesos, eso parecía estar ayudándole.

En otras noticias más agradables, la castaña y yo habíamos avanzado en nuestra relación, pasábamos tardes juntos viendo películas o haciendo tareas, incluso me invitó a verla entrenar, aún seguía sorprendido de que un ser tan torpe pudiera tener tanta coordinación.

Las malas noticias vienen envueltas con una sonrisa preciosa, pero engañosa, a punto de ir al colegio, la sonriente castaña mueve sus pestañas coqueteándome, sus ojos grises se ven llenos de brillo.

-Tu madre me ha dicho que perdiste una apuesta- acaricia mi brazo y me distrae de lo que ha dicho, recorre el camino hasta llegar a mi mano, cuando hace tintinear las llaves frente a mi vuelvo a la realidad- conduciré esta semana.

-No, Emma...- trato de detenerla pero es ágil y cierra la puerta antes de poder hacerlo, escucho a mamá reír.

-Lo siento cariño debes pagar tus deudas- solo respiro hondo para tratar de calmarme, me subo al asiento del copiloto, Emma sigue sonriendo, pone la llave en el contacto y lo enciende.

-¿Sabes lo qué haces verdad?-se encoge de hombros, hace rugir el motor y acaricia el volante con sus manos, me abrocho el cinturón de seguridad, no quiero morir hoy.

-Solo he conducido en automático- mis ojos se abren asustados- pero tranquilo, papá alguna vez me enseñó a conducir en un auto estándar, solo me debo acostumbrar.

Pone el auto en marcha, primero lentamente conociendo los pedales y los cambios.

-No debe ser tan difícil- justo al salir de la casa, acelera, haciéndome hundir en mi asiento.

-¡Emma!- gritó cuando estaba apunto de golpear otro auto.

-Tranquilízate se lo que hago- se detiene en un semáforo- deberías tener un poco de fe en mis habilidades- al cambio de luz verde trata de arrancar, pero el auto se apaga, me paso las manos por el rostro con frustración era la tercera vez que se le apagaba- eso no cuenta como ejemplo.

Lo vuelve a encender y continúa con su camino, para sorpresa de ambos no volvió a quedarse tirada en los semáforos de nuevo, lo que si fue un reto, era estacionarse.

-¡Ups!- apaga el coche después de sentir el golpe, me bajo tan rápido como puedo.

-¡Mi auto!- me pongo en cuclillas para revisar los daños.

-No lo pasó nada, ni siquiera un rasguño, puedes dejar de ser tan dramático- no sabía de donde venía esa osadía, echo una mirada alrededor, hay gente viéndonos, pero a ella no parece importarle, sigue sonriente, me pasa mi mochila.- Vamos o llagaremos tarde.

-No sería culpa mía, ¿o sí?- sus ojos grises me miran extrañados, golpea su hombro contra mi brazo juguetona.

-Mañana lo haré mejor- se detiene en su taquilla- lo prometo- me extiende la mano para cerrar ese acuerdo, la tomo sin pensarlo, no la suelto de inmediato, se percata de ello y se sonroja, amaba hacerla sonrojar, se veía increíblemente tierna y atractiva, me sonríe apartando la mano.

Viviendo con un Playboy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora