Treinta y dos

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32. Seth Johnson.

Despierto con náuseas, agradezco estar en la soledad de mi habitación y me arrepiento profundamente de haber tomado ese último trozo de pastel de chocolate. Corro tan rápido como puedo en la oscuridad y regreso el contenido de mi estómago al baño, cuando no hay más que ácido gástrico, lucho por detenerme, me lavo la cara con agua fría y lavo mis dientes dos veces.

Abochornada, me rehuso a volver a mi alcoba y decido ir por un vaso con agua, pero me detengo al escuchar voces en la estancia, no quería interrumpir, pero mi nombre fue mencionado.

-¡... y simplemente lo admites!- hay un breve silencio, ella solloza y con un cambio en su tono dice- ¿Hice algo mal?, ¿Qué tiene ella que yo no?- hay desesperación en su voz, me deslizo por la pared del pasillo cuando descubro que estoy en su campo de visión, no quiero hacerla sentir peor, y si me muevo me verá.

-Esto no tiene nada que ver contigo, eres perfecta, muy  dulce y encantadora, pero no es el momento indicado para nosotros.

-¿Ese momento volverá?- No debería estar aquí, comienzo a gatear para alejarme y volver a mi habitación, sintiéndome culpable, además de mareada y con necesidad de volver a vomitar.

-No, perdóname.- tan solo un poco más y podré llegar sin vomitarme encima, no pongo más atención a la personas en la estancia, oigo algunos gritos y después el golpe de la puerta al cerrarse, entonces me pongo de pie y trato de llegar al baño de nuevo, pero todo está dando vueltas y es una tarea más complicada.

-¿Emma?- giro y todo parece sacado de una de mis pesadillas, sé que Tyler me ve pálida y se acerca para ayudar, las náuseas se incrementan, siento como todo sube hasta mi garganta y aunque intento evitarlo, sale disparado por mi boca salpicando todo a su paso, el suelo, paredes, mis pies descalzos y por supuesto al rubio frente a mi.

La peor parte, fue cuando Evan apareció, preocupado por los gritos y el ruido venía descalzo y pudo pisar parte de vomito, lo que lo hizo vomitar casi al instante y después a mi y una vez más a él. Debo dar una mención honorífica al poderoso estómago y temple de Tyler, quien permaneció estoico y nos ayudó a lavarnos después de la gran escena que montamos.

[...]

-¿Cómo te sientes?- pregunta mientras pone el almuerzo sobre mi escritorio.

-Mejor, solo fue una infección estomacal- me extiende un vaso con jugo de naranja y una pastilla- no te vomitaré.

-Gracias al cielo- se sienta junto a mi en la cama, mientras trata de explicarme tan bien como puede la clase de embriología que había perdido.

Después de unas horas de estudiar, me propuso ver películas, fue a conseguir bocadillos apropiados para mi estómago, pasamos una tarde agradable, procuró cuidarme y atenderme tan bien como podía y se aseguró de que tomara mis medicamentos en el horario apropiado.

Por la noche Tyler pasó a revisar cómo seguía, asegurando que no intentaría recuperar su ropa después de todo lo que sucedió, Evan se mantuvo prudentemente alejado de mi el resto de la semana, estaba avergonzado de su reacción, era un sentimiento mutuo.

[...]

Todo mejoró con los días siguientes, mi relación con Evan superó lo acontecido. Todo estaba volviendo a la normalidad, Tyler comenzaba a pasar más tiempo en casa, incluso se portaba más amable conmigo, pero podía ver una ligera separación con Seth.

-¿Me acompañarás esta noche?- veo en sus ojos castaños un destello de felicidad cuando asiento- entonces volveré por ti a las ocho- besa mi mejilla, y sale a su última clase del día.

Viviendo con un Playboy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora