Capítulo 30

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Yae Miko

6 de Febrero – 17:29 PM

Inazuma – Gran Santuario Narukami

Ni siquiera mi memoria de kitsune recordaba la última vez que habían atacado el santuario (quizá porque nunca había sucedido). Al principio, debido a la confusión y a su cambio radical de personalidad, me costó reconocerla, pero estaba claro quién era.

La hermana de Nathaniel.

Cual rayo, apareció ante el gran árbol y destruyó buena parte de la fachada de uno de los templos para poder acceder al mismo. El griterío fue máximo, todos salieron corriendo en distintas direcciones mientras aquellos orbes luminosos danzaban por todas partes.

-Miko 1: ¡Correeeeeed! –chillaban, aterrorizadas.

-Miko 2: ¡es un oni, un oni! –dedujeron, dejando el santuario atrás cuanto antes.

Yo, por supuesto, no me moví del lugar. No podía negar que aquellos ojos de verde intensos eran intimidantes, pero...

-Yae: a ver, a ver... ¿sabes cuántas novelas rosas has quemado en tu primer ataque? –le reproché, alzando una ceja.

Incluso aunque estuviese sintiendo pánico, moriría siendo pícara.

-Kairi: dame el Catalizador de Mundos, y nadie morirá –me imaginé que tendría alguna propuesta.

Su voz era también hostil y dictatorial.

Me encogí de hombros, bajé por las escaleras con cuidado (puesto que las llamas del derredor podían hacerlas tambalear en cualquier momento) y agarré el objeto deseado de nuestra maravillosa colección.

-Yae: ¿podrías lanzar un poco de Hydro por la zona? –pedí, y le lancé aquella bola de cobre a las manos-. ¡Nos ayudaría muchísimo! –guiñé un ojo.

Simplemente, una vez conseguido su objetivo, se teletransportó en un abrir y cerrar de ojos.

-Yae: ¡arg! –me quejé, en medio de aquel caos de escombros y fuego.

¡Iba a tener que encargarme de todo!

***

Albedo

6 de Febrero – 17:41 PM

Inazuma – Ciudad de Inazuma

La intensa humareda que despedía la montaña Yougou se podía contemplar desde la ciudad. Como era de esperar, todos los transeúntes se encerraron en sus casas tras el estruendo de la primera explosión. El ejército se movilizó y corrió hacia el santuario.

-Däriel: ¡dragoncín! –gritó, alarmado, mientras miraba aquel negro humo en mitad de la calle-. ¡¿Sabes qué ha pasado?!

Venía junto a Tartaglia, quien también estaba intranquilo por el suceso.

-Albedo: no lo sé –negué con la cabeza-. ¿Has visto a Aria? –pregunté rápidamente.

-Däriel: ¿no está contigo? –se aterró.

Los tres volvimos la vista hacia la montaña, temiendo que el suceso pudiera estar relacionado con ella de algún modo.

-Albedo: se fue a buscar a Kairi por los precipicios de la isla hoy también y...

-Däriel: ¿por qué busca a Kairi?

Aún no sabía de su desaparición. Intentamos informarle acerca de ello cuando fuimos a su casa para comprobar si estaba la peliverde allí, pero no había nadie.

-Albedo: ni ella ni Kazuha han vuelto al Ryokan desde hace ya varios días –notifiqué, cada vez más preocupado.

-Tartaglia: mmm... ¿otra vez han desaparecido esos dos? –suspiró-. Espero que esta vez sea sólo una escapada romántica.

Yo había estado preguntando en los locales cercanos si los habían visto. No obstante, con el pánico actual, ya no había nadie a quien interrogar. Estábamos, literalmente, los tres solos en la calle principal de la ciudad.

-Däriel: iré primero al santuario para saber si esto guarda alguna relación con mi hermana, tú deberías ir a buscarla a los precipicios para asegurarnos de que ella al menos está bien –organizó, raudo-. Después hablaremos de Kairi.

-Albedo: estoy de acuerdo –acepté el plan.

El Pecado del Alquimista 9 [+18] (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora