El Pecado del Alquimista 9 [+18] (Genshin Impact)

Capítulo 66

Aria

7 de Febrero – 22:10 PM

Inazuma – Ciudad de Inazuma – Tenshukaku

Pese a la considerable sorpresa, yo no podía pensar en otra cosa que no fuese en mi hijo, en lo tanto que debió haber sufrido. No elegíamos de quién nos enamorábamos, pero no todos teníamos igual de fácil vivir nuestro amor. Unos debíamos cargar el peso de la a veces tiránica sociedad sobre nuestros hombros, quien clamaba que una "vida normal" era lo mejor para nosotros o que debíamos atenernos a las consecuencias.

Sí, pensé en lo que debió pasar Nathaniel y me ardía el alma.

-Aria: Xiao no me pertenece –manifesté. Mi prioridad era retirarle la presión que yo pudiera suponer en sus remordimientos-. Tiene el mismo derecho que cualquier otro a rehacer su vida y no tiene por qué ser conmigo, así que sigo manteniendo cada una de mis palabras, cielo. –La mirada de Nathaniel se quebró en aquel momento, aunque no supe si para bien o para mal-. Y tú... por supuesto que también tienes derecho a estar enamorado de él.

De forma simbólica, devolví aquella tablilla a sus manos.

-Nathaniel: ... pero papá y... Kairi... -agonizaba.

Lo abracé, lo más fuerte que pude.

-Aria: el tiempo que tarden en procesarlo, mamá estará a tu lado –volvió a salir de mi corazón. Entonces, sus cuernos desaparecieron. Pero yo continué igualmente-. De hecho, si enloqueces y destruyes buena parte de Teyvat, mamá seguirá estando a tu lado –bromeé, a medias, porque tampoco era ninguna mentira- y te hará regresar a la normalidad como cuando le diste su merecido a esa zorra.

Soltó una leve carcajada, al no esperarse aquel término.

En aquel momento, ante la mejora de su humor, yo me levanté y tomé uno de sus brazos para que lo hiciera junto conmigo.

-Aria: nos vamos, Nathaniel –concluí, segura.

-Nathaniel: mamá, no puedo simplemente irme de... -suspiró-. Ei no nos lo permitirá.

-Aria: ¿quieres apostar? –le guiñé un ojo.

***

Aria

7 de Febrero – 22:18 PM

Inazuma – Ciudad de Inazuma – Tenshukaku

Llevándolo de la mano como cuando era un niño, lo saqué de aquel baño y me encaminé hacia la salida sin soltarlo y con toda la determinación posible. Veía en los ojos de mi hijo lo tanto que necesitaba escapar de aquel palacio, y yo le iba a dar más que un impulso si era necesario.

No obstante, cuando bajábamos las escaleras principales para llegar hasta la salida, efectivamente la Arconte apareció.

-Ei: no... -escuché tras nuestras espaldas-. ¡Nathaniel no se irá!

Ordenó a los soldados allí apostados que se retiraran y, en un ataque de locura, ella sacó su lanza.

"Bien, también tengo claro lo que tengo que hacer", pensé, soltando al fin la mano de mi hijo.

-Aria: sal de aquí y ve con tu padre –ordené, más seria que nunca.

Él, por supuesto, dudó. Pero aquella no era una orden cualquiera, sino una inamovible.

-Aria: ¡VETE DE AQUÍ, NATHANIEL! –grité, enfadada.

Aterrado por mi súbito enfado e influenciado por mi firmeza, atravesó aquella puerta.

Y, una vez a solas con aquella mujer de cabellos morados y mirada atroz, yo activé mi poder de nuevo.