Nathaniel
5 de Febrero – 20:04 PM
Inazuma – Sangonomiya – Pueblo Nala – Casa Deshabitada
"No quiero que te pase nada", escuché tan claro como el agua, haciendo que mi corazón se acelerara. No tenía por qué haber un interés romántico tras aquella frase. Más bien, sólo preocupación por mi vida. No obstante, aquel detalle en el adeptus era... un gran acontecimiento. Él no solía ser tan sincero. Era de actos, no de palabras tan memorables.
Tuve que apretar mis labios para contener mi conmoción. Y no pude ocultárselo. Demasiados latidos que camuflar en mi ahora acelerado corazón.
Además, en el silencio repentino que formamos, emergió un sentimental ambiente. De esos que Xiao tanto odió en su día, y con los que yo tanto fantaseé. Nos mirábamos, vulnerables y sintiéndonos ridículos, pero sin poder apartar la vista el uno del otro.
Era como un hechizo. Aquel bello y pecaminoso hechizo.
-Xiao: hoy... hoy no te he besado –era una completa mentira.
Pero no me importó.
-Nathaniel: no, no me has besado –mentí también, recordando bien el beso que nos habíamos dado cuando lo desperté aquel día.
Cual imanes, nuestras bocas se unieron en una implacable atracción y deseo. Mi razón se apagó por completo y me rendí ante él, como había hecho ya tantas veces en el pasado.
Acariciaba sus labios, sentía el cielo.
¡Lo siento, lo amo! ¡Lo siento, Kairi! ¡Lo siento, mamá! ¡Lo siento, papá! Pero... lo amo. Y lo amaría siempre con toda mi alma.
-Xiao: estás llorando –susurró, a pocos milímetros de mi rostro.
"No... No...", agonicé, al sentirme descubierto.
En el acto, salí de la cama y me encerré en el baño.
***
Xiao
5 de Febrero – 20:09 PM
Inazuma – Sangonomiya – Pueblo Nala – Casa Deshabitada
Lo estaba llevando al límite. Estaba jugando con él a capricho, porque yo no quería aceptar mis sentimientos.
Más me valía darle al menos un momento. Aunque fuese uno solo en el que pudiera recomponerse de todo aquello.
Yo era el niño.
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El Pecado del Alquimista 9 [+18] (Genshin Impact)
FanfictionNovena parte de El Pecado del Alquimista. Cuando el amor verdadero llama a la puerta, no hay cerrojo que se le resista.