Enamorarte de unas palabras es fácil. No, en serio es terriblemente fácil y más para Ian Hargitay.
El responsable es Liam Belzer.
Pero no sólo serán palabras de miel las que enamoren a ambos, también serán los actos que hagan participe el otro.
"...
Nota: Se desarrolla después de los eventos del pasado capítulo.
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Ambos estaban abrazados, la taza de té reposaba vacía en la mesita de cristal y sabían que tenían que ir a cambiarse pero no querían separarse. Finn por su parte no quería apartarse del chico de ojos verdes, sentía un temor increíble al mismo tiempo que se sentía protegido y reconfortado por los brazos del mayor que lo apretaban con cariño y añoranza en un acto tan simple pero con tantos sentimientos en medio. Y Nathan no quería dejar ir al chico del cual no pudo estar ni 24 horas lejos, sentía aquel cuerpo pequeño como una cosita cálida y realmente era lindo como el chiquillo se entregaba más al mayor, quien lo sostenía entre sus brazos.
Sus brazos siempre lo abrazarían porque fueron hechos para hacer aquello.
Así que cuando se recostaron en el sofá, se besaron y Finn ahuecó entre sus manos el rostro del de ojos verdes, quien apretó sus mejillas y Finn pudo relajarse al notar como Nathan volvía a molestarlo con sus mejillas y eso significaba que todo estaba bien, después de muy poco tiempo las dudas se fueron de su cabeza mientras él le cargaba y Finn enredaba las piernas en su cintura a su vez que se dirigían a la habitación del ojiazul para cambiarse de ropa.
-Hey bebé, ¿cuál es tu habitación?
Finn rio, y luego se percató de que en realidad se había pasado todo el tiempo de su relación en la casa de su novio y no recordaba haberlo invitado siquiera a pasar la noche en su habitación ni nada relacionado a eso, solo había sido una vez cuando le dijo que se quedara a dormir pero nunca prendieron las luces por lo que en realidad Nathan no sabía cómo lucía su cuarto. Lo máximo que Nathan había llegado era al baño, porque había tomado mucho refresco, y después de eso era la sala en donde habían visto películas la mayoría de veces cuando no estaba en la casa del ojiverde.