Enamorarte de unas palabras es fácil. No, en serio es terriblemente fácil y más para Ian Hargitay.
El responsable es Liam Belzer.
Pero no sólo serán palabras de miel las que enamoren a ambos, también serán los actos que hagan participe el otro.
"...
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Cuando acabas una etapa de vida te sientes confuso, raro e inclusive extraño pero sobretodo, te sientes feliz. Te sientes feliz e irradias tu propia felicidad desde el momento en que recibes lo que te permite reconocer que has superado un «algo» en la vida. Y eso era para mí, un reconocimiento.
El reconocimiento que descansaba en mis brazos tras haber sido entregado por las autoridades del instituto y que había sido ovacionado por miles de manos mediante aplausos y chiflidos de las personas que me habían acompañado en un largo camino. Y esos eran mi familia, amigos y compañeros. Usaba una larga toga que casi me mató al subir al estrado pero que la había vestido muy bien, el birrete con el nudito rojo que me picaba la cara pero que se sentía bien simplemente estando allí.
También fui muy recibido por las cámaras de mis padres, y de Liam quien desde su asiento estaba esperando su turno, me alzó los pulgares con una hermosa sonrisa y simplemente el se veía jodidamente bien con esa toga negra y que, siendo un jodido pecador, se vería mejor fuera de su cuerpo. Bien, mi etapa de adolescente aun no había sido pasada pero eso estaba bien porque mi lindo novio le gustaba todo lo relacionado a que me sintiera atraído –más— a él.
Después de mí vino mi hermana que iba en el mismo grupo que yo y entonces nos tomamos una foto juntos, la cual más tarde adornaría la sala en un gigante marco que exhibiría a los hermanos Hargitay. Y al lado de esa foto, estaría la foto familiar que tuvimos. Y me sentía completamente feliz por mí mismo.
Más feliz me puse cuando fue el turno del grupo “B”, y el primero en la lista fue Liam Belzer, quien fue ovacionado por muchas personas porque él era maravillosamente lo mejor que tuve en la etapa de mi último año. Y él realmente lo merecía.
Después, nos tomamos una foto juntos, la cual más tarde adornaría mi buró y la vería cada noche antes de dormir y sonreiría como un idiota enamorado al recordar los buenos momentos de ese día.
—Este ha sido un maravilloso año. Empezando con el calor bochornal de Agosto, que...—Yo hablaba, me había tocado por ser un alumno destacado. Realmente no sabía ni qué estaba diciendo porque aunque mis ojos trataban de mirar a todos los presentes, no se podían despegar de los bonitos mieles de lo que alguna vez fue un extraño, un conocido, un amigo, un algo, un novio y un primer amor. Era imposible, o al menos ese momento mientras mi boca elogiaba al colegio y a cada uno de mis compañeros y el mensaje hacía sacar risas y lágrimas por las dedicatorias que estaba entregando—. Alguna vez, alguien dijo: “La graduación es solo un concepto. En la vida real te gradúas todos los días. La graduación es un proceso que continúa hasta el último día de tu vida. Si puedes entender eso, marcarás una diferencia” como también se dijeron muchas más cosas—Mis compañeros se rieron mientras yo sonreía con timidez—. En la vida se dicen muchas cosas, es tu decisión que realizar y que no; en este largo recorrido que hemos tenido muchos desde preescolar, es hora de un nuevo comienzo con todas sus letras y significados y entonces tal vez seamos además de exitosos, personas con valor para defendernos.