XXXVII: "Nunca".

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—¿Está lindo?—pregunté mientras acomodaba las maletas en la sala

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—¿Está lindo?—pregunté mientras acomodaba las maletas en la sala.

Liam me abrazó por detrás, sonriendo contra mi mejilla y acariciando mis caderas a través de la tela. Sus dientes atraparon mi labio inferior cuando me volteé y sonreí, rodeando con mis piernas su cintura.

—¿Soy yo o estás más llenito?—rio, apretando mis caderas—. Y sí, este lugar está lindo para pasarla contigo...

—Es la culpa de la cena de navidad, la de Año Nuevo, más la cena que preparaste para mí ayer. La he pasado a tu lado todos los días y no he tenido tiempo para ejercitarme, bueno—Él apretó mis muslos y cepilló su nariz contra la mía. Me encanta que hiciera eso—. Hey...

Él me bajó de sus brazos y me abrazó por el cuello, acariciando con sus dedos el nacimiento del cabello en mi nuca. Sus labios se colocaron en mi sien izquierda, como ya era costumbre cuando él simplemente quería pasar la tarde acurrucándose conmigo pero esta vez no lo iba a permitir porque habíamos ido a las cabañas después de tanto tiempo de espera y sólo habíamos hecho esquí, en donde él se había matado ocho mil veces antes de poder dominar los esquís sin tropezarse con alguna piedra. Mordí su cuello juguetonamente, casi queriendo insinuarle algo más, específicamente “Liam, fóllame, gracias”, que si bien con esas palabras era algo de poca moral, esta vez deseaba sumamente aquello, tal vez porque él no me había tocado desde Noviembre, que fue cuando empezaron los estudios de sumario y entonces no nos hablábamos tan seguido, sumándole al incidente pasado, que él parecía algo reacio a tocarme y solían humedecerse sus lindos ojos mieles. Sus palabras se endulzaban más y más, casi como si deseara que tomara una cucharada de miel y dejara de preocuparme de las demás cosas en la vida, acto que no me gustaba tanto. Y él lo sabía.

—Li... ¿podríamos...?—musité, esperando que el diera una señal de avance, que efectivamente se dio cuando apretó mi trasero entre sus manos y asintió.

?—musité, esperando que el diera una señal de avance, que efectivamente se dio cuando apretó mi trasero entre sus manos y asintió

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Palabras de miel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora