Enamorarte de unas palabras es fácil. No, en serio es terriblemente fácil y más para Ian Hargitay.
El responsable es Liam Belzer.
Pero no sólo serán palabras de miel las que enamoren a ambos, también serán los actos que hagan participe el otro.
"...
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—No te preocupes, Ian. En serio ya estamos bien, es más, acabamos de despertar. Ve y celebra con Liam en paz y deja de preocuparte por nosotros, anda.
Finn por fin estaba alegre, el ligero tono chillón mezclado con un tono grave estaba ahí presente lo que hacía notar su felicidad ahora, por lo que me permití estar tranquilo. La verdad es que estaba demasiado preocupado acerca del aspecto entre aquellos dos y tenía inseguridades así como me sentía completamente feliz de lo que haya pasado para que aquellos dos estén nuevamente bien. Inclusive si todo había tenido un final feliz, no podía dejar el pensamiento de que realmente metí la pata y hasta el fondo, y era completamente responsable de aquel suceso. Al menos ya estaban bien, por lo que tenía la seguridad de relajarme.
Y también de pasar el tiempo con él.
Últimamente no lo había hecho con tanta frecuencia, había dejado a mi chico de lado por muchos momentos en donde habían tenido la oportunidad de salir pero ocurrían una de dos, 1) Liam no podía salir o 2) yo tampoco lo podía hacer, acto que era muy injusto para ambos y entonces un foquito con ojos azules, me dio la respuesta al lío mental que estaba enfrentando.
—Oye, I... ¿Y si vas de improviso a lo de Liam?—y entonces el chico de ojos azules apareció como un ángel castaño como solución de vida. Finn rio, tras la pantalla del celular se veía el cuerpo dormido de Nathan y definitivamente no quería saber qué pasó el día anterior aunque su “yo” cotilla realmente lo deseara. Pero, regresando al punto... Chasqueé los dedos y le agradecí a Finn, cortando la videollamada justo cuando su cuerpo fue jalado por unos brazos tras de él y se rio.
Además de que debía confesarle otra cosa, veía realmente bien la oportunidad para entablar una conversación a solas a su lado, y no estar divagando como siempre en qué decirle y qué no decirle.
Así que, decidido o tal vez por mero impulso, salí de mi cueva también conocida como cama, una cosa peluda se interpuso en mi camino a la puerta reclamando por mimos, que obtuvo tras muchas miradas mutuas y entonces recordé a mis otras mascotas y alimenté a mis tortugas que al parecer habían sido muy traviesas cuando yo no me encontraba y vi los huevos de las criaturas allí con cariño. Tal vez, Liam quisiera una mascota. En todo caso, salí finalmente de la casa no sin antes toparme con la mirada de mi madre rehabilitada ya, se veía desdichada y siempre con una expresión de tristeza en el rostro cada que nos veía a mi hermana y a mí pero oculté todo eso de mi mente y entonces regresé a pedirle dinero y ella me dio su tarjeta, así super casual. Aunque lo agradecía, ella lo estaba intentando.