Extra dos.

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Era un lugar casi abandonado en su totalidad, pocos niños pasaban por el parque ahora, la mayoría gustaba de quedarse en casa a jugar videojuegos y cosas así, se había perdido en la vanguardia tecnológica

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Era un lugar casi abandonado en su totalidad, pocos niños pasaban por el parque ahora, la mayoría gustaba de quedarse en casa a jugar videojuegos y cosas así, se había perdido en la vanguardia tecnológica. Eso lo sabía muy bien Ian Hargitay, sus hijos realmente gustaban de los videojuegos y gustaban hacer enojar a Papá, bueno a uno de ellos al menos porque ellos realmente amaban a su otro Papá, a quien era mejor que obedecieran porque aunque su apariencia fuera amable él era sumamente estricto y sobreprotector. La llegada de aquellos chicos tan lindos había ocurrido después de la boda que ellos habían celebrado tras unos tres años de relación nuevamente. A Ian le gustaba recordar como le había pedido a Liam su mano.

"—¿Qué es esto, niño bonito?—preguntó el rubio, sonriendo al ver la gardenia que le entregaba el chico castaño, colorado como tomate. Siempre lo había encontrado adorable.

—Una gardenia, ¿qué más, Liam?—respondió el castaño con sorna. El hombre rubio rio, notando la flor algo pesada—. Quítale los pétalos, anda.

—¿Por qué haría eso? Es una flor, me gustan las gardenias—Señaló, acariciando los pétalos de la planta—. Es un poco cruel que sugieras eso, Ian.

—Solo hazlo—Rio el castaño, tomando la mano de su novio y comenzó a jugar con ella, un claro signo de nerviosismo que Liam sabía identificar muy bien. Liam arqueó la ceja y entonces se encogió de hombros; empezó a quitarle los pétalos a la gardenia con un puchero en los labios, pronto descubrió que la flor no era natural porque al arrancar un pétalo, salían letras y entonces Liam rio nervioso al sacar una "c", una "s" y demás letras que fueron cayendo por lo que Ian le trajo una charola para que cayeran allí las letras mientras apretaba la mano libre de Liam en un gesto de nerviosismo que se hacía más y más evidente para ambos. Al final, todos los pétalos cayeron e Ian enrojeció—. Arma una frase... El orden de las letras está detrás de los papelitos—Indicó. Liam sonrió, empezando a hacerse una idea del regalo y enrojeciendo junto a Ian en cada letra que juntaba hasta formar una frase que dejó al chico con los ojos llorosos—. Espera, no respondas... Quita el centro de la flor.

Liam asintió, mordiéndose los labios para aguantar las lágrimas que venían acumulándose en sus ojos. Quitó el centro de la flor, descubriendo una pequeña cajita muy pequeña de terciopelo rojo, Ian sonrió plenamente y le tapó los ojos con sus manos.

Palabras de miel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora