XXXVIII: "Consentir"

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A Liam se le hacía más llevadera la costumbre de estar por la calle e ir tomados de la mano, a pesar de hacerme sonrojar cada vez que salíamos así porque él entrelazaba nuestros dedos y acariciaba mis nudillos disimuladamente por más que otra pers...

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A Liam se le hacía más llevadera la costumbre de estar por la calle e ir tomados de la mano, a pesar de hacerme sonrojar cada vez que salíamos así porque él entrelazaba nuestros dedos y acariciaba mis nudillos disimuladamente por más que otra persona viera la acción con algo de disgusto. A él realmente no parecía importarle realmente pero yo sabía que en realidad si le importaba, al menos sus manos lo demostraban y la rigidez de su rostro al caminar por más que se esforzara por hacer una sonrisa convincente y entablara una conversación conmigo.

Íbamos de camino a su campus en la Universidad en el turno vespertino, habíamos estado en la biblioteca por un largo rato en lo que Liam hacía un ensayo de algo inentendible para mí y yo buscaba información para sus trabajos que me dejaban más somnoliento de lo normal al estar ocupándome de mis propios proyectos pero procuraba ayudarlo siempre porque así pasábamos más tiempo juntos.

—Oh—expresó de pronto. Ladeé la cabeza algo confundido por su expresión—. Oye, bebé. ¿Recuerdas el trabajo que hicimos hace tres meses, en Enero?—Asentí, lo recordaba brevemente—. El catedrático quiere que lo volvamos a traer no importa si es otra copia y yo no lo guardé en mi memoria por lo que, ¿me prestarías tu cuenta de Drive ahorita que lleguemos al campus?—Asentí—. Gracias, amor—Besó mis labios en un piquito, acariciando mis orejas en el proceso y yo no pude evitar reírme.

Llegamos a la entrada de su campus y le escribí en su libreta de notas mi cuenta del correo y la contraseña porque solía olvidarse de cosas así, inclusive lo escribí en la carpeta que traía encima y me aseguré de escribirlo bien tres veces porque lo conocía bien, aquel tipo de asuntos podría olvidarlos hasta por años. Me despedí de él con un beso en sus labios el cual él correspondió con un beso más largo aún mientras me tomaba de la cintura baja y me hacía alzarme en puntillas.

Él se fue al interior del campus y yo maté el tiempo esperándolo en la biblioteca digital mientras adelantaba algunos bocetos en la computadora de algunas cosas de Diseño y elaboraba una tesis que habían encargado el día anterior con los ojos picándome del cansancio y por más que trataba de coordinar mis ideas, mi cerebro ya estaba en su punto máximo de estar haciendo tantas cosas al mismo tiempo. El té lo había reemplazado ahora por café, cosa que ya no funcionaba ya que no paraba de bostezar y entonces tras guardar el boceto en mi memoria USB, finalmente me quedé dormido.

Palabras de miel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora