Enamorarte de unas palabras es fácil. No, en serio es terriblemente fácil y más para Ian Hargitay.
El responsable es Liam Belzer.
Pero no sólo serán palabras de miel las que enamoren a ambos, también serán los actos que hagan participe el otro.
"...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Concentrémonos Ian. ¿Cómo se caminaba? Creo que perdí esa capacidad en el momento en que aquellos labios formaron ese monosílabo.
Mi mente estaba repleta de pensamientos sin concordancia con el otro y sentía el calor en mis mejillas cuando por fin me vino la luz hacia como caminar correctamente. Avancé hacia la mesa del chico y me senté en estilo: tengo-a-mi-crush-frente-a-mí, o sea como un robot. Los movimientos que realizaba eran muy mecánicos y Liam sólo tenía una ceja alzada, sin embargo, no dijo nada ante mi actitud.
—Hola, niño bonito.
Por favor no me llames así sino quieres que regrese el desayuno en tu cara. Esto era demasiado para mi pobre corazón lleno de nervios a flor de piel.
—Hola...
Cubrí mi boca con las mangas del suéter para contener la sonrisa que amenazaba por salir por mis labios. Oh, ¿qué hiciste conmigo? No podía evitar el querer que aquella sonrisa reprimida a través de varios años saliera, pero no debía o me iba a tomar por mal y todo se podría ir por el caño, cosa que no quería.
—Hey, no tapes tu sonrisa, puedo asegurar que es muy linda—Halagó.
Oh, él no tiene piedad. Que Dios me bendiga.
—Oh... Gracias, pero estoy seguro que no—Afirmé. Mi más grande problema aparte de mi problemática personalidad, mi autoestima. Normalmente lo sabía ocultar, pero esta era la clase de comentarios que hacía que negara aquello, me sentía incómodo cuando alguien me halagaba y no era de mi agrado. No me animaba a dar aquel gran paso para permitir que leyeran las páginas de mi vida; quería callar pero al verlo a él frente a mi tenía deseos de gritar hasta que las palabras se fueran.
Liam enarcó las cejas y rio—: Es una lástima que tengas un problema de autoestima... pero, aún así, esa es tu opinión y la mía es otra y no la quiero callar. Tendrás el poder para convencer a una nación, pero yo seré ese rebelde que se rehusará a creer en tu opinión porque como verás, cada individuo tiene un diferente pensamiento acerca de algo... Y si yo digo que tienes una sonrisa bonita, es que la tienes y punto, discusión acabada—Sonrió amable, aunque sus palabras amenazaran con iniciar una revolución.