XX: "Entonces es mutuo".

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—¿Estás diciendo que no hay un viejo de color verde en tu cabeza?—gimoteó el chico frente a mí. Oh cierto, se trataba de Liam. Mi garganta estaba en llamas y parecía estar a punto de decir por sí misma “This throat is on fire” y realmente puedo ser idiota al estar pegado a un vaso, ¿tal vez dos? Negué con la cabeza y terminé echándole los brazos al cuello mientras decía cosas incoherentes y mis palabras tropezaban con las siguientes y era demasiado risueño que si alguien me viera, se sentiría como un marciano en Tierra.

Liam, también conocido por su cabello rubio ceniza que en este momento estaba mordiendo, ¿por qué? Ni la menor idea del por qué, su cabello era demasiado suave y él se veía muy lindo. Sus pliegues lo son. Y él tiene problemas con dejar mi sien izquierda en paz seguida de mi cuello y de sus risas cada vez que yo decía algo atropelladamente. Él era risueño, yo también lo era en ese preciso momento y se sentía extraño. También se sentía extraño estar besando el lóbulo de su oreja pero hasta eso era suave y aquel chico era como la gloria misma y suave de todos lados, ¿cuál sería su secreto para tener las orejas más lindas del mundo? Ugh, sentí mi cabeza dar vueltas y enseguida el chico de cabello rubio se levantó y me dirigió al baño entre risas y terminó... bueno, terminó recogiéndome el cabello cuando vomité, ew.

—Ni se te ocurra acercarte a mí con esa boca, Ian—se burló acariciando mi espalda. Y yo veía un doble inodoro, ¿cuántos vasos habré tomado?

Liam me pasó un pañuelo justo cuando la puerta se abrió y dejó entrar a dos chicos calenturientos que estaban toqueteándose por todos lados y como que se daban muchos besos muy... ¿profundos? Liam me ayudó a limpiarme y parecía estar preparado para esta situación ya que me tendió una bolsa ziploc con pasta y un cepillo. Y probablemente sería la única persona en un bar lavándose los dientes en ese preciso momento y en todos los posibles del mundo. Los otros chicos gemían cada vez más alto y uno decía algo como “oh sigue sigue” y.... Qué incómodo.

Así que apliqué velocidad en lavarme los dientes y enjuagué rápidamente el cepillo y lo metí nuevamente a la bolsa, junto a la pasta, entregándosela al rubio a quien veía borroso. Me llevó con cuidado de nuevo a la barra en donde divisé a mi hermana tomándose otra copa, luego le regañaría. El mismo caso era con Nathan que estaba más ido y parecía haber olvidado al chico quien procuraba apartarlo de las miradas devoradoras de los demás por el ojiverde, luego se metería en problemas.

Palabras de miel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora