Capitulo 3

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Antes de marcharse hizo una pausa y dijo:

-Pensaré en vos mañana, Diego.

-Gracias -contestó Diego poniéndose tenso, con los ojos nublados.

Después Diego cerró la puerta tras su empleado y se volvió hacia Roberta.

-Me temo que en este asunto no puedo confiar en tu palabra, Roberta. Has oído una conversación confidencial -dijo en un tono seguro y definitivo.

-Pero si no estaba escuchando... ¡ni siquiera me interesaba! -contestó Ella asustada.

-Tengo dos preguntas que hacerte -añadió con más suavidad-. ¿Queres conservar tu empleo?

Roberta se enervó. Era despreciable que aquel hombre la intimidara utilizando esas tácticas.

-Por supuesto que quiero...

-¿Y queres que esa otra mujer que te ha cambiado la planta conserve también su empleo?

-Por favor, no involucres a Lupita en esto -se apresuró a contestar Roberta pálida -. He sido yo quien ha cometido un error, no ella.

-No,ella decidió saltarse las reglas -la contradijo Diego con frialdad-.Está tan involucrada como vos. Si al final resulta que sos una espía pagada por alguno de mis competidores habrás tenido que darle algo por lo que le merezca la pena arriesgar su puesto de trabajo, ¿no crees?

-¿Una espía? ¿Pero qué diablos...? -susurró Roberta sin dejar de mirar aquel rostro irritado, concentrando sobre él toda su atención.

-Eso que me has contado de una tercera persona a la que ni viste ni puedes identificar... resulta muy conveniente para vos -añadió Diego directo-. Así, si hay una filtración, vos tenes cubiertas las espaldas.

-¡No sé de qué estás hablando! -gritó Roberta tan nerviosa que ni siquiera podía pensar.

-Espero que no, por tu propio bien -concedió Diego con una expresión de seria sinceridad -. Pero debes comprender que si te dejo marchar ahora me estoy arriesgando mucho. Si le cuentas lo que has oído a quien no debes me causarás graves trastornos.

-¡Pero si ni siquiera podría repetir lo que he oído!

-De modo que sí recuerdas algo. ¡Y hace sólo un segundo asegurabas que no te interesaba en absoluto!

Un leve desmayo atravesó los ojos de Roberta, que se quedó mirándolo con el corazón en un puño. Recordaba perfectamente lo que había oído, pero había pensado hacer oídos sordos. Sin embargo aquel hombre la tenía atada de pies y manos. Tenía una mente retorcida, fría y dispuesta para la trampa. Era desconfiado, rápido, exacto y letal en sus juicios. Diego miró el reloj de pulsera y luego a ella.

-Déjame que te explique cómo está la situación, Roberta. Vos y la estúpida de tu amiga pueden quedarse a trabajar en este edificio hasta el miércoles, mientras las cosas sigan en marcha, siempre y cuando vos no te apartes de mi vista.

-¿Cómo dices?

-Naturalmente te pagaré por todos los inconvenientes que...

-¿Inconvenientes? -lo interrumpió Roberta con voz débil pero esperanzada.

-Supongo que tienes pasaporte, ¿no?

-¿Pasaporte? ¿Y qué tiene eso que ver?

-Tengo que volar a Grecia esta noche, y si tengo que vigilarte para asegurarme de que no utilizas el teléfono necesitaré que vengas conmigo -explicó él con impaciencia.

En El Lugar Equivocado •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora