Capitulo 31

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-¿Qué hay de nuestro hijo? -Roberta se puso pálida-. Quiero casarme con vos -añadió Diego con énfasis.

-No, en realidad no. Hoy en día la gente ya no se casa porque esté embarazada - protestó Roberta con el corazón acelerado.

-La gente como yo sí.

- Diego, yo... - Roberta tragó.

-Vos sabes que lo que digo tiene sentido.

-Sí, pero...

-Nos casaremos en cuanto lo haya arreglado todo - afirmó Diego resuelto.

-Lo pensaré - respondió ella.

Diego detuvo el Ferrari frente a la librería. Luego le soltó el cinturón de seguridad a Roberta y dijo:

-Deberías de estar avergonzada de vos misma, yineka mou. ¿Dices que lo pensarás? Anoche no podías esperar a...

- ¡Diego! -gimió Roberta medio riendo, medio en tono de reproche.

- Roberta, o sos una sin vergüenza que me ha utilizado para disfrutar del sexo o... o... o sos una mujer decente que sencillamente no puede resistírseme.

Roberta se ruborizó, hipnotizada por su proximidad. Levantó una mano sin darse cuenta y trazó con el dedo la sensual y prohibida curva de los labios de Diego diciendo:

-No puedo resistirme... y vos lo sabes -reconoció desesperada por que él la besara.

Pero Diego se echó atrás.

-Te llamaré mañana.

Roberta parpadeó perpleja al ver que la dejaba libre. ¿Cómo era posible que Diego quisiera casarse con ella?

-No puedo dejar que te cases conmigo -dijo de pronto.

-Pues yo no pienso casarme con una mujer que lo discute todo.

-No bromees con cosas tan serias -rogó ella.

-Vos y yo... funcionará -aseguró Diego con voz espesa.

-Sí pero... ¿serás feliz? -insistió Roberta obsesionada con aquella pregunta cuando, en el fondo, lo único que deseaba era arrastrarlo de inmediato a la primera iglesia.

Diego gruñó lleno de frustración.

-Es evidente que debería de haberte hecho una proposición en regla, con una romántica cena, flores, anillo...

-No, esas cosas no son importantes -contestó Roberta haciendo una mueca.

-Entonces es que mi proposición ha debido de ser excesivamente torpe -explicó Diego con ojos brillantes y rasgos ansiosos-. Quiero casarme con vos, Roberta. Y la única palabra que necesito oír ahora es sí.

-Sí.. -respondió Roberta casi sin darse cuenta.

-No ha sido tan difícil, ¿no? -la media sonrisa de Diego hizo estallar el corazón de Roberta. Luego él se volvió y miró el reloj-. Y ahora me temo que tengo que irme directo al aeropuerto. Nos vemos mañana.

-¿Y qué pasa esta noche? -preguntó Roberta mientras salía del coche.


-Estaré ocupado.

-Está bien, lo comprendo -asintió Roberta ruborizada, mintiendo.

Diego se marchó y Roberta sintió que le habían sucedido demasiadas cosas aquel día como para poder siquiera pensar. Le parecía mentira que Diego le hubiera pedido que se casaran y que ella le hubiera contestado que sí. ¿Acaso los cuentos de hadas se hacían realidad? Diego quería casarse con ella, pero no la amaba. Sin embargo el amor acabaría por surgir en él, pensó
decidida a no echar a perder su felicidad.

En El Lugar Equivocado •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora